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CRÓNICAS COSMOPOLITAS

USA! USA!

Recojo y repito el grito de los bomberos y los obreros neoyorquinos afanándose en las ruinas de las Torres Gemelas de Nueva York poco después del tremendo atentado. No gritaban Bush!, Bush! Sino USA!, USA! El matiz es, indudablemente, importante. Tengo la impresión de que algo parecido ha ocurrido en las elecciones. Sería absurdo negar el carácter personal de la victoria de Bush, en esta y en otras elecciones presidenciales.

Recojo y repito el grito de los bomberos y los obreros neoyorquinos afanándose en las ruinas de las Torres Gemelas de Nueva York poco después del tremendo atentado. No gritaban Bush!, Bush! Sino USA!, USA! El matiz es, indudablemente, importante. Tengo la impresión de que algo parecido ha ocurrido en las elecciones. Sería absurdo negar el carácter personal de la victoria de Bush, en esta y en otras elecciones presidenciales.

Los rasgos de los candidatos, sus virtudes y defectos –reales o supuestos– desempeñan un papel importante y pueden decidir la victoria o derrota de uno u otro de los candidatos, pero, en estas elecciones, ha ocurrido algo más.

Ha sido una ocasión histórica. Voto popular masivo a favor de Bush. Tres millones seiscientos mil electores más que Kerry, triunfo republicano en el Congreso, en la elección de gobernadores, la importante participación electoral –un 60 por ciento cuando lo normal es que no pase del 50–, los millones de ciudadanos que votaron por primera vez, las colas y las horas de espera para poder votar. Todo ese gran remolino electoral, que los incautos, los sondeos, los miserables y los imbéciles pensaban que sólo beneficiaría a Kerry, benefició a Bush. Sí, se voto a Bush, pero por encima de todo se votó a favor de los Estados Unidos de América.
 
La progresía europea que había celebrado con antelación el triunfo de Kerry se ha despertado con una fabulosa resaca, y ya avanza argumentos peregrinos para explicar, en vano, su derrota: "fue el voto del miedo", "se creen que están en guerra", y claro, el voto popular se convierte en voto populista y en peligrosa victoria reaccionaria de la revolución conservadora.
 
Pues no fue el "voto del miedo" sino el voto contra el miedo. El miedo favorecía a Kerry, quien, a pesar de sus contradicciones, aparecía como más conciliador, más muniqués, menos decidido a combatir el terrorismo. Los norteamericanos que votaron a Kerry, que fueron muchos, forman parte de esas personas que piensan que negando la guerra se evita la guerra., negando el terrorismo se evita el terrorismo., negando la realidad se transforma la realidad.
 
Tendrán, algunos, la mejor voluntad del mundo, pero están, estamos, en guerra, se nos ha declarado. Una guerra diferente, sucia, terrorista, pero guerra al fin y al cabo. En los Estados Unidos, en Europa y en cualquier lugar del mundo, incluida España. España ha sido el ejemplo de los contrario. Los atentados del 11 de marzo crearon pánico, y ese pánico se transformó en votos a Zapatero que, y lo había prometido, iba a retirar las tropas de Irak. Porque pensaban que el problema era Irak y que, una vez pagado nuestro tributo al terrorismo, podíamos estar tranquilos. Pues no ha sido así. Primero, el Gobierno de Zapatero envió un pequeño contingente a Afganistán –como si Afganistán no tuviese que ver con Irak–. Segundo, los mismos, o sea, los terroristas islámicos prepararon, después de la retirada, una serie de atentados en Madrid, uno de ellos contra la Audiencia Nacional y si los asesinos en potencia fueron detenidos no fue gracias a nuestra bondad y pacifismo sino gracias a la policía. La guerra sucia continúa en España como en todas partes.
 
Permítanme un inciso, a finales de 2003 la policía también logró detener a terroristas e incautarse de abundantes explosivos, antes de los atentados previstos, también en trenes, también en Madrid. Atentados que hubieran sido tremendos, teniendo en cuenta el volumen de explosivos, y la organización terrorista, en este caso, era ETA. ¿Cómo no pensar en ETA, cuando apenas tres meses después explotan las bombas en los trenes de cercanías, asesinando a casi doscientas personas?
 
Hicimos, mi mujer y yo, el recuento de nuestras amistades parisinas, para saber quienes hubieran preferido la victoria de Kerry, y quienes podían estar satisfechos de la victoria de Bush. Pues, sobre veinte personas, sólo encontramos a uno tan satisfecho como nosotros por la victoria de Bush. Esta anécdota personal tendrá un valor limitado, pero es, sin embargo, sintomática del estado de ánimo de la opinión pública, y no sólo en París.
 
La responsabilidad de muchos medios de muchos políticos en esta situación es evidente. Han creado una leyenda negra en torno a Bush y a sus colaboradores, totalmente inventada, cuando no totalmente mentirosa, y machacando a diario sus embustes, han terminado por convencer a mucha gente de que esa es la realidad, y ahora no entienden como un hombre tan ultrarreaccionario, integrista religioso, belicista, racista (dicho sea de paso, Bush es el primer presidente de EEUU, que ha confiado cargos de responsabilidad en la Casa Blanca a dos "negros", Condoleeza Rice y Colin Powell), ha podido ganar las elecciones. Los USA están podridos, es su primera reacción.
 
Y ya que la guerra de Irak constituye el eje de las criticas de Bush, reafirmaré que fue una guerra necesaria, que la destrucción de la tiranía iraquí y la captura de Sadam Hussein, son positivas, y si el caos y el terrorismo prosiguen, y si quedan muchos obstáculos antes de lograr un apaciguamiento democrático en Irak, también hay que ser conscientes de que en la guerra contra el terrorismo en la que estamos metidos, habrá otras victorias y derrotas, avances y retrocesos, y precisamente por eso es necesaria una voluntad inflexible, en defensa de la democracia, y una voluntad inflexible en la lucha contra el terrorismo. ¡Menos mal que ha triunfado Bush, y no Zapatero! Bueno, ya me entienden ...
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