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EL CINE, PRECURSOR DE LA ESCUELA DE ZAPATERO

La educación para la ciudadanía

La ciudadanía lleva siendo educada en los "valores" oficiales del progresismo laicista mucho tiempo, desde antes incluso de la llegada de Zapatero, desde mucho antes de que se les ocurriera imponer totalitariamente una asignatura de adoctrinamiento popular. La televisión es –genéricamente hablando–, de todos los instrumentos de homologación cultural, el más eficaz, el que tiene más capacidad de alienación popular.

La ciudadanía lleva siendo educada en los "valores" oficiales del progresismo laicista mucho tiempo, desde antes incluso de la llegada de Zapatero, desde mucho antes de que se les ocurriera imponer totalitariamente una asignatura de adoctrinamiento popular. La televisión es –genéricamente hablando–, de todos los instrumentos de homologación cultural, el más eficaz, el que tiene más capacidad de alienación popular.
María Galiana en 'La caja'

Salvo escasas excepciones, casi todas las grandes cadenas generalistas están al servicio del rodillo laicista. Esto también ocurría en tiempos del añorado Aznar, porque es bastante cierto el tópico de que la cultura –y la comunicación de masas– está en manos de la izquierda aunque gobierne la derecha.

El cine subvencionado es otro elemento importantísimo para "adoctrinar" a los jóvenes y a la gente sencilla. Lo sabía muy bien Goebbels y los sabían los bolcheviques. Y lo supieron Franco y Mussolini. Hoy los métodos de la Ideología son más sutiles, y quizá por ello mucho más efectivos. En España hay varios temas en los que el cine patrio se ha empleado con incontestable éxito: una interpretación maniquea de la Guerra Civil, el retrato de una Iglesia vomitiva, y la ridiculización de los referentes morales tradicionales.

La Guerra civil

Fotograma de 'El laberinto del fauno'Desde la muerte de Franco aún no se ha producido en el cine la deseada lectura libre y crítica de nuestra guerra. Se pensó que vendría con el cambio generacional, pero no ha sido así ni por asomo, seguramente porque los jóvenes cineastas ya son hijos de la "educación para la ciudadanía" mediática que hemos comentado. A los veteranos cineastas de izquierdas de toda la vida, y a sus aburridas y tópicas películas sobre la guerra civil (Silencio roto de Moncho Armendáriz, Visionarios de Manuel Gutiérrez Aragón, María Querida de José Luis García Sánchez...) hay que añadir las obras de jóvenes cineastas que no han hecho sino simplificar los estereotipos aún más si cabe, posiblemente porque a la ideología heredada se añade el desconocimiento. Basten como ejemplos El lápiz del carpintero de Antón Reixa, El laberinto del Fauno de Guillermo del Toro o la indescriptible y reciente La caja, de Juan Carlos Falcón, un derroche de mal gusto al servicio de la educación ciudadana. En estos años sólo dos películas se han permitido resquicios –no más, pero resquicios al cabo– de ecuanimidad: La hora de los valientes de Mercero y Soldados de Salamina de David Trueba.

En el ámbito del cine documental se repiten las tendencias. En algunos se cargan las tintas contra la Iglesia o contra el bando nacional como en Los niños de Rusia de Jaime Camino o en Las rejas de la memoria, pero en otros encontramos tratamientos mucho más equilibrados como La doble vida del faquir, de Esteve Rimbau y Elisabet Cabeza o Las cajas españolas de lberto Porlan. ¿Pero usted conoce a alguien que haya ido a ver estas películas?

La Iglesia

Fotograma de 'El crimen del padre Amaro'En segundo lugar está la demonización de la Iglesia. Basta meter un curita impresentable en una película, aunque aparezca en pantalla un minuto escaso, para haber lanzado un mensaje universal que cala como el orvallo en la mente de los espectadores incautos. Ejemplos los hay para aburrir. La mala educación, Tíovivo circa 1950, La caja, El laberinto del Fauno, El crimen del Padre Amaro, El ciclo Dreyer o Mar adentro son sólo punta de iceberg.

Únicamente recuerdo ahora dos películas donde aparezca como secundario un sacerdote digno e interesante: La buena estrella, de Ricardo Franco, y Héctor de Gracia Querejeta. Tampoco estaba mal La herida luminosa de Garci. El mensaje general suele ser este: La Iglesia es una institución de poder, que para mantenerse en la picota se ha inventado una moral de esclavos basada en el miedo al infierno. Por todo ello la Iglesia va contra el progreso, contra la mujer, contra el sexo, contra la libertad, etc. El florido pensil de Juan José Porto es un lamentable ejemplo que condensa ese caricaturesco mensaje. Esta doctrina viene muy apoyada por cierto cine europeo de manos de directores que no ocultan su odio a la Iglesia como Costa-Gavras o Peter Mullan.

La moral

Javier Bardem y Belén Rueda en 'Mar adentro'Por último, mucho cine trata de dar por superada cualquier moral que tenga su origen en una concepción cristiana de la vida. Temas polémicos como el aborto, la eutanasia o la homosexualidad son caballo de batalla militante en el cine actual español, también con apabullantes resultados en la opinión pública. Recuerdo a una chica de 25 años, licenciada, trabajadora por cierto en una institución católica, que me comentaba: "Yo nunca había pensado sobre la eutanasia, pero después de ver Mar adentro, he comprendido que la eutanasia es un deber de humanidad". Sobresaliente en "Educación para la ciudadanía".

Podrían convalidar la asignatura al alumno que vea ciertas películas. La homosexualidad, por poner otro ejemplo, es un tema abordado en más de la mitad de las películas, y siempre con talante positivo. En algunas de ellas aparece siendo tema central como en Cachorro o Manjar de amor, en otras simplemente como trama secundaria (Ficción, La vida secreta de las palabras). Pero el resultado es casi mayor en las segundas: una naturalización espontánea de la homosexualidad. También en este caso hay un enorme apoyo del cine extranjero, especialmente de Hollywood.

En fin, que la famosa asignatura robespiérrica no es más que la gota que colma un vaso que lleva años llenándose, y los grifos siguen abiertos con asignatura o sin asignatura. Aunque es cierto que en el caso del cine existe una importante mediación del director, y en el de la asignatura la injerencia directa del Estado es clamorosa.

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