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ECUMENISMO

Las reflexiones de un protestante holandés sobre un Papa católico polaco

Soy un protestante de la creencia reformista o calvinista holandesa. Mi experiencia con católicos, específicamente con católicos polacos, empezó en el barrio donde crecí. La mayoría de chicos de mi bloque eran o bien reformistas holandeses o bien católicos polacos.

Soy un protestante de la creencia reformista o calvinista holandesa. Mi experiencia con católicos, específicamente con católicos polacos, empezó en el barrio donde crecí. La mayoría de chicos de mi bloque eran o bien reformistas holandeses o bien católicos polacos.
Juan Pablo II
La línea entre nosotros estaba marcada y era clara. Cada uno iba a su propia iglesia y escuela (no pública) y cada uno se quedaba entre los suyos. Un matrimonio mixto sería un escándalo para ambas familias. Nada en mi niñez desafió esta realidad. Y poco en la universidad o en distintas experiencias del seminario hizo que cambiara lo que aprendí en mi juventud.
 
La interacción con compañeros de trabajo y amigos católicos y la lectura personal me dieron un entendimiento más profundo de su reciente historia. Estas cosas también me llevaron de un interés a un profundo aprecio por el Papa Juan Pablo II. Él fue el Papa de la libertad y la dignidad humanas. Haber crecido en Polonia bajo los regímenes de varias formas de totalitarismo le enseñaron una lección via negativa que nunca olvidaría, ni siquiera ante su muerte.
 
La visión de Juan Pablo II sobre la sociedad mantiene las cosas en tensión. No era partidario ni de la libertad total ni de la virtud impuesta. La libertad y la virtud se entrelazan. Dependen la una de la otra. La libertad es el contexto en el que la gente escoge virtuosamente. La libertad, para el Papa Juan Pablo II, no era un concepto etéreo. La encíclica de 1991 Centesimus Annus era un llamamiento a los católicos –en realidad, a todos los cristianos– para que se tomaran la libertad en serio, especialmente en el campo de la economía. No es un aval a una estructura económica en particular. Su condena del comunismo era comparable a su miedo de que aquellos que salían entonces del totalitarismo se viesen inmersos en el consumismo.
 
La visión del Papa y su perspectiva fueron siempre más amplias que los temas específicos en una situación dada, fuere política o económica. Lo que es impresionante es su visión de la libertad y la moralidad. Los cristianos que hacen negocios no están participando en un mal necesario. Mas bien, están llamados a elevar su pensamiento para que su trabajo sea su vocación y una de las maneras básicas en las que sirven a Dios.
 
El Papa Juan Pablo II sabía que el invasivo “estado de bienestar” nunca podría igualar el poder salvador de la caridad privada para los ricos y los pobres. La teología de la liberación, con su extravagante mezcla de marxismo y de pensamiento cristiano, sólo podía llevar a mayor opresión y pobreza. El comunismo caería porque en sus raíces llevaba su ruina moral y económica, igualando mala antropología con economía defectuosa. Era sólo cuestión de tiempo.
 
De muchas maneras y a pesar de las diferencias teológicas, encontré en la vida y pensamiento de Juan Pablo II a un aliado y una defensa bien formada de una sociedad que es libre y virtuosa. Tengo dos pesares desde que supe de su deterioro y su muerte. El primero es que no tuve la oportunidad de conocerle personalmente. El segundo es no haber aprendido más sobre él mucho antes en mi carrera académica. Los protestantes, en semanas y meses venideros, tendrán la oportunidad de conocerle y saber quién era a través de numerosos artículos y libros. Espero que aprovechen la oportunidad de hacerlo.
 
Acton InstituteEl Reverendo Gerald Zandstra, pastor de la Iglesia Cristiana Reformada en Norteamérica, es director del Center for Entrepreneurial Stewardship del Acton Institute.
 
©2005 Traducido por Miryam Lindberg del texto original en inglés.
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