Menú
FALACIAS DE LA IZQUIERDA ANTE LA IGLESIA

Los católicos, a las barricadas

Hay demasiados ingenieros sociales del progresismo español –por no decir del socialismo español- empeñados en medir las dimensiones reales de la Iglesia católica en España con los metros cuadrados de la superficie del paseo de la castellana. No fue suficiente la última visita de Juan Pablo II a España. Ejercicio, el topográfico, muy del gusto de quienes pretenden resucitar a los muertos de y en la Historia, y que, ahora, no pierden ni un minuto, ni un titular, para llevar a los católicos a las barricadas.

Hay demasiados ingenieros sociales del progresismo español –por no decir del socialismo español- empeñados en medir las dimensiones reales de la Iglesia católica en España con los metros cuadrados de la superficie del paseo de la castellana. No fue suficiente la última visita de Juan Pablo II a España. Ejercicio, el topográfico, muy del gusto de quienes pretenden resucitar a los muertos de y en la Historia, y que, ahora, no pierden ni un minuto, ni un titular, para llevar a los católicos a las barricadas.
Jóvenes católicos en la última visita del Papa
¿Por qué el empeño en sacar a los católicos a la calle como ellos quieren? Da la impresión de que, en materia de religión católica, hay quienes no aceptaron que la transición se hiciera como reforma más que como ruptura. Máxime si recordamos que la Iglesia se adelantó unos años, en este proceso de renovación, con el Concilio Vaticano II.
 
El interés de estos sectores sociales radica en palpar las medidas de ancho y de alto, base social y presencia intelectual, para poder seguir con el diseño de la dieta de adelgazamiento moral y espiritual que este país, antes llamado España, sufre a causa del inclemente laicismo cañí. Cuando se sostiene que existe un conflicto entre la Iglesia, los obispos, y el gobierno de turno, se están metiendo demasiadas afirmaciones en el mismo saco. Veamos la naturaleza de las falacias que tienen algunos ingenieros sociales del nuevo progreso ilustrado en la percepción de la situación actual de las relaciones entre la Iglesia y los católicos.
 
Primera, que la Iglesia son los obispos y sólo los obispos, es decir, una jerarquía anclada en una piramidal institución que se conserva en el formol de la verdad absoluta y de la incapacidad natural –adiós a la modernidad y a la postmodernidad- de entender el pluralismo y el relativismo de los valores sociales. Por tanto, son los obispos los que convocan las manifestaciones y se encargan, en cónclaves ocultos, silenciados y silenciadores de sus reales intenciones, de orquestar una serie de declaraciones con intensas subidas de tono. Así se olvida lo que el jesuita padre Juan Antonio Martínez Camino dijo, y bien claro, no hace mucho tiempo: que los obispos tienen la misión de clarificar la conciencia cristiana, no de convocar manifestaciones. Ejercicio legítimo que compete a los cristianos, individual y asociadamente, por otra parte.
 
Segunda, siempre es mejor transmitir a la opinión pública la idea de que la Iglesia, es decir, los obispos, responden a las iniciativas legislativas con argumentos más de presión social que de razón social, en coherencia con los modos habituales de actuar de esta institución. Para muchos, los obispos, es decir, la Iglesia, son incapaces de sentarse a una mesa de iguales, en la que prime el diálogo y el consenso. Basta leer el último capítulo de la encíclica de Pablo VI –vigente en el magisterio de la Iglesia, sin duda- "Ecclesiam suam" para saber cómo la Iglesia entiende el diálogo con la sociedad, cuáles son sus fundamentos y cuáles sus límites.
 
Tercera, los obispos, es decir, la Iglesia, cuentan con una infantería radicalizada en y por el conservadurismo más atroz . Sus nombres son : Opus Dei, Neocatecumenales, Legionarios de Cristo, Comunión y Liberación, Asociación Católica de Propagandistas… Un rosario ya hecho que se repite sin el más mínimo rigor histórico y argumental. Si algo son los nuevos movimientos habría que preguntárselo a la historia, al tiempo presente, y, después, a sus fundadores, que si algo han alentado es la capacidad de dar respuesta, con las categorías intelectuales y vitales de nuestros días, a los problemas del presente. Es decir, algo del pasado y mucho del presente. Un pequeño ejemplo: en la teoría y teología de Comunión y Liberación uno se puede encontrar la filosofía de Witehead, y la literatura de Peguy o Bernanos.
 
Cuarto, los católicos españoles responden, como el perro de Paulov, a la llamada de los obispos y a sus indicaciones. Parece que no son capaces, por sí mismos, de sacar las conclusiones de lo que está ocurriendo y de lo que el laicismo militante del PSOE hace. Si no fuera por los obispos… vivirían metidos en la sacristía de la conciencia sin solución de continuidad. Y, sobre todo, como la mayoría más activa –que sí es mayoría moral- de los medios de comunicación, y la televisión, están a favor de la desactivación de los católicos, pues vaya usted a saber quiénes son los que convocan las manifestaciones, recogen firmas y organizan los más variados actos sociales. Radicales desestabilizadores del sistema, pensará más de uno. Pues hete aquí que los católicos son ciudadanos que, por ejemplo, votan al PSOE y al PP, y llevan a sus hijos, en un tanto por ciento que supera el 80, a la clase de religión.
 
Y quinto, por ahora, y último. No hay problema, se les corta el grifo del dinero, que se autofinancien y se acaban las manifestaciones. Alguien se está olvidando lo que dijo hace bien poco el arzobispo de Toledo, monseñor Antonio Cañizares: "La Iglesia, para ser libre, tiene que ser pobre". Los primeros que creen en la autofinanciación son los católicos. Pero eso no quiere decir que todas las actividades que ejercen, en pos del bien común y con un claro beneficio social, tengan que salirle al Estado "gratis total". Buenos, sí; fraternales, también; y nada más o mucho más.
0
comentarios