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7 VÍRGENES Y UNA HISTORIA DE VIOLENCIA

Síntomas sin diagnóstico

Se estrenan dos películas que ponen el dedo en la llaga, pero que se quedan ahí. Son incapaces de arriesgar un paso más. Nos hablan de la violencia, la orfandad moral de mucha gente, la tensión entre el bien y el mal que habita en las personas,… pero no añaden nada al mero dato de todos conocido. Ni siquiera una hipótesis subjetiva. Y son las dos películas fuertes de la semana.

Se estrenan dos películas que ponen el dedo en la llaga, pero que se quedan ahí. Son incapaces de arriesgar un paso más. Nos hablan de la violencia, la orfandad moral de mucha gente, la tensión entre el bien y el mal que habita en las personas,… pero no añaden nada al mero dato de todos conocido. Ni siquiera una hipótesis subjetiva. Y son las dos películas fuertes de la semana.
Fotograma de Una historia de violencia
La primera cinta es del irregular cineasta canadiense David Cronenberg, responsable siempre de títulos inquietantes como ExistenZ, Spider o La mosca. Estrena ahora Una historia de violencia, que compitió por la Palma de Oro en el pasado Festival de Cannes y que esta semana ha clausurado el Festival de Sitges. Cuenta la historia de Tom Stall (interpretado por Viggo Mortensen), que lleva una vida feliz y tranquila con su mujer y sus dos hijos en un pueblo de Indiana. Una noche su existencia pacífica se ve alterada cuando frustra un violento intento de robo en su restaurante. Tom salva a sus clientes y empleados matando en defensa propia a los dos criminales. Aplaudido como un héroe, la vida de Tom cambia de la noche a la mañana y de repente se encuentra ante una situación que puede cambiar su vida y la de los suyos para siempre.

Un arranque muy efectista nos mete de lleno en un film que quiere ser una reflexión sobre la frontera entre violencia y la bondad, y sobre si existe para el hombre la posibilidad de cambiar radicalmente. Aunque la puesta en escena es en general muy vigorosa, los planteamientos de fondo no dejan de ser algo elementales o artificiales, y los cambios de comportamiento de los personajes no son del todo creibles. En general, el tratamiento de la violencia resulta en exceso obvio, y desemboca en ocasiones en situaciones ridículas. Lo más interesante es, sin embargo, la descripción de la vida comunitaria de la América profunda y su relación con la violencia, algo que ha tratado con más genialidad el director de El bosque, Shyamalan

Fotograma de 7 vírgenesLa otra cinta es española, y obtuvo una concha de Plata a la mejor interpretación para su protagonista, Juanjo Ballesta. El director andaluz Alberto Rodríguez, autor de El factor Pilgrim y El traje, patina en esta versión sevillana de El Bola. La película, que protagonizan Juan José Ballesta y Jesús Carroza, quiere ser un reflejo de los adolescentes hijos de familias rotas y marginales, pero se queda en eso, un retrato casi sin historia que no nos conduce a ningún puerto. Con motivo de la boda de su hermano, Tano sale dos días de permiso del reformatorio en el que está internado para asistir a la boda de su hermano José. Aprovecha el permiso para encontrarse con su mejor amigo Richi, con su novia Patri, con su abuela y con la pandilla del barrio... Pero enseguida se meterá en líos.

La película no aporta ninguna información que no sea del dominio público, y la trama transcurre lineal para llegar a un final fácil y de receta. Temas como la amistad, la solidaridad, la familia o la falta de horizonte vital están abordados de forma demasiado esquemática. La simpatía de los actores hace más digerible esta película que, bien rodada, está lastrada por un guión que no logra despegar el vuelo. Además, la coloquialidad de un andaluz muy cerrado hace que a menudo se pierda la claridad de los diálogos. Buenas intenciones y buenos ingredientes para un resultado más bien decepcionante.
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