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MANIFESTACIÓN CONTRA LA LOE

Una explosión de ciudadanía

Pocas manifestaciones dejan lecciones tan imborrables como la del pasado día 12, que obligan a evaluar cómo nos manifestamos aquellos que seguimos creyendo en el “pacto constitucional”, que nos ha dado los últimos treinta años de convivencia ciudadana. Cerca de dos millones de personas, en la calle, son una porción simbólica muy respetable a tener en cuenta, junto a otras porciones de esta España nuestra, hoy convulsa y a la deriva, víctima de la irresponsabilidad de Rodríguez ZP.

Pocas manifestaciones dejan lecciones tan imborrables como la del pasado día 12, que obligan a evaluar cómo nos manifestamos aquellos que seguimos creyendo en el “pacto constitucional”, que nos ha dado los últimos treinta años de convivencia ciudadana. Cerca de dos millones de personas, en la calle, son una porción simbólica muy respetable a tener en cuenta, junto a otras porciones de esta España nuestra, hoy convulsa y a la deriva, víctima de la irresponsabilidad de Rodríguez ZP.
La multitudinaria manifestación contra la LOE

Todavía resuenan sus voces en las calles de Madrid. Millones de personas venidas de todos los puntos de España para gritar ¡libertad sin ira! ¡Qué tiempos aquellos y qué apasionantes se ponen éstos! Y van tres: la primera, por la dignidad y en memoria de las víctimas del terrorismo; la segunda, en defensa de la familia, el pilar firme de toda sociedad; ahora, por el derecho a educar en libertad. He aquí la primera lección. En todas, el comportamiento de los manifestantes fue el mismo: la ejemplaridad democrática, el civismo, la propuesta constructiva. En todas advertimos y vivimos el clima de alegría, el tono de firmeza, la voluntad de construir, la palabra dialogante, el comportamiento cívico, la diversidad social, el entendimiento entre niños, jóvenes y adultos, la presencia masiva de gente joven... Sabemos que muchos estábamos ahí por un compromiso social de nuestra fe cristiana. En definitiva, nuestras manifestaciones fueron una explosión de ciudadanía de personas libres y responsables, que no han tenido necesidad de pasar por el engendro de la “educación para la ciudadanía” que pretende imponer Rodríguez ZP con la nefasta LOE, porque todo proyecto educativo es en sí mismo formación de ciudadanos, sin más aditivos.

Segunda lección. Casi simultánea, transcurría lejos de Madrid, una arenga del dirigente socialista José Blanco en la que recordó a la Iglesia que, de pequeño, le enseñaron que mentir es pecado y que “la verdad nos hace libres”. Es bueno que se acuerde. Y, si tanto valor le da a esta enseñanza, ¿por qué no se lo aplica a él mismo y a los suyos, por ejemplo, a Montilla, a Rubalcaba y a ZP? Al contrario, la mentira, el embuste, el juego sucio y la deslealtad están en ellos asegurados y ampliamente difundidos por los medios de la servidumbre. La primera verdad es la de los hechos, y ésta es tozuda, terca y pertinaz. El no reconocerla e intentar esconderla les persigue, desde la financiación fraudulenta de Filesa y los crímenes del GAL hasta la nueva medida de los favores a los políticos, el “Montilla” (al cambio, equivalente a mil millones de pesetas perdonados por La Caixa). El problema de Blanco y de los suyos es que sus palabras carecen de credibilidad, porque los hechos les delatan. Si sus discursos son veraces, que los traduzcan en hechos. Si el discurso de consenso y diálogo de Rodríguez Zapatero es veraz, que haga los gestos pertinentes. No lo hacen y, por eso, no son de fiar. Y mientras no hagan gestos reales de recuperación de la confianza, no veo caminos de acuerdo. Mientras no abandonen la exigencia de que los demás tenemos que “dialogar” de rodillas, no veo caminos de entendimiento. Mientras persistan en favorecer la dictadura de las minorías y desprecien los valores comunes de la inmensa mayoría, no buscan el consenso.

Tercera lección. No se cómo convencer de que los que fuimos a la manifestación no estábamos crispados, no estábamos airados, no rompimos nada ni insultamos a nadie. La crispación, el desencuentro, la imposición de proyectos políticos dudosamente constitucionales, los ha traído Rodríguez ZP. ¿Quién paralizó la Ley Orgánica de Calidad Educativa (LOCE), que había recibido un amplio consenso de la comunidad educativa y de numerosas instituciones? ¿Quién defenestró la “ley de partidos políticos” y el “pacto antiterrorista”? ¿Quién reprime la libertad de información, expresión y opinión y favorece la concentración de medios en grupos serviles? ¿Quién dice que la Iglesia merece una reprimenda? ¿Quién quiere intervenir y controlar el derecho primordial de los padres a educar a sus hijos? No se trata del "y tú más" ni de medirse con nadie. Examínese cada uno y vea lo que le queda por hacer.

De la Vega en la autopublicitada reunión con el cardenal SodanoPodemos extraer otra lección sumamente importante. La manifestación del 12-N vino precedida de una visita relámpago de la vicepresidenta Fernández de la Vega al Vaticano. Al conocerse la noticia, ante un hecho tan insólito, algunos amigos me preguntaron: ¿cómo es posible que la fina diplomacia vaticana haya regalado un titular y una foto a los represores de la libertad de educación, dos días antes de la que puede ser una de las mayores manifestaciones de la democracia? Confieso que la primera reacción fue asentir. Además, sabemos por experiencia cómo se las gastan éstos y otros amigos de la manipulación al por mayor, para que encima les demos facilidades. Al día siguiente, la prensa fiel titulaba con una intencionalidad desmedida: el Gobierno quiere dialogar, prueba de ello es que va directamente al Vaticano, porque los obispos españoles están anclados en la intransigencia y en la sinrazón.

Pero he pensado que no era posible un desliz tan evidente del cardenal Sodano. Estaría mal que la Iglesia calculara la rentabilidad de sus acciones según probables beneficios o pérdidas de poder político. Creo sinceramente todo lo contrario. La Iglesia está para acoger con compasión, escuchar con respeto, hablar con claridad. La Iglesia está siempre dispuesta al diálogo, sabedora de posibles engaños y manipulaciones. Y esto creo que fue lo que pasó ante la insistencia del Gobierno español.

Albert Einstein dijo que “la vida es muy peligrosa, no por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa”. Estamos en que no podemos seguir sentados y callados. A veces tienes que dar un grito o elevar la voz para que te miren y se fijen en que tienes algo que decir. Si te dejas confundir con el ruido ambiente, nadie llegará a descubrir que existes. El Evangelio me da a entender que también a Jesús, digámoslo así, se le fue la lengua y la mano, para poner a caldo a algunos que abusaban del pueblo y descuidaban a los más humildes. No veo a Jesús diciendo con el mismo tono de voz y la misma vehemencia “¡ay de vosotros, hipócritas!” y “¡felices los que aman la justicia!”; “¿por qué ves la pelusa en el ojo de tu hermano y no ves la viga en el tuyo?” y “mujer, vete en paz y no peques más”… Está claro que nosotros no somos como Jesús, sino acaso unos aprendices de cristiano, unos seguidores suyos, unas veces seguros y otras desorientados, que vamos haciendo el camino como la conciencia nos da a entender y que no es poco.

Juan Souto Coelho es miembro del Instituto Social “León XIII”
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