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Itxu Díaz

El fracaso del nacionalismo

Si hay un síntoma indiscutible de la estupidez generalizada que nos corroe es el maltrato al español, nuestro símbolo de unión y libertad.

Si hay un síntoma indiscutible de la estupidez generalizada que nos corroe es el maltrato al español, nuestro símbolo de unión y libertad.
Una mujer reposa con la estelada a la espalda | EFE

Que no se puede estudiar en español en media España, ni tampoco tienes derecho a encontrarte la lengua de Cervantes en los letreros de sus hospitales, ni a referirte a tu pueblo con el nombre con el que se le ha llamado toda la vida. Que no puedes llegar a nada en el terreno de las artes y la literatura en tu tierra, si tienes la desgracia de haber caído en donde guerrean lenguas y políticos. Que, aunque hayas nacido en las mismísimas oficinas del gobierno autonómico, no puedes ni participar en los medios públicos de comunicación si no lo haces en el idioma de la montaña pertinente, y que si no te resignas a hablar la lengua obligada, podrás ser señalado desde el colegio hasta la universidad por cualquier comisario lingüístico a tu sueldo. Y que es mejor que te calles, porque todo nacionalista modosito y sonriente tiene detrás a sus perros rabiosos, dispuestos a apedrearte a ti y a tu familia si se te hinchan las pelotas y denuncias en la prensa la ruina cultural del nacionalismo.

Que este es el pecado original del PP, y por supuesto del PSOE, que no están dispuestos a dar marcha atrás, y que ya es tarde, porque hace tiempo que arrojamos al mercado laboral más globalizado de la historia a generaciones de analfabetos, incapaces de expresarse en español con soltura, un idioma que hablan casi 600 millones de personas en el mundo. Que hace años todo esto era una divertida competición de paletos, pero hoy es peor, porque su hegemonía condena a la ruina a miles de familias, todas aquellas que no logren colocarse en los estrechos cauces del mercado laboral de sus diminutas regiones, a ser posible allá en los abrevaderos de dinero público, donde el idioma de la taifa puntúa igual que un doctorado en tu especialidad.

Que seguimos obligando a los colegios a impartir un sinfín de materias delicadas en gallego, catalán o euskera, con la única alternativa de hacerlo en inglés, como sucede aquí en mi tierra, donde lleva gobernando el PP casi ininterrumpidamente desde que Fraga descendió, emergió del Pleistoceno y tuvo la conversión galleguista con la que logró extinguir al BNG, sí, y de paso arruinar su propio legado político, porque allá donde creció el galleguismo menguó la libertad de elegir.

Y que no es normal que camines por tantos lugares de estas autonomías, moviéndote en mil ambientes del sector privado, y la mayoría te hable en español o en la lengua específica de la región con naturalidad, y que en cuanto cruzas el umbral de cualquier tinglado público, entres en la logia excluyente de la minilengua de turno, cuando se suponía que estas instituciones públicas deberían representar y servir a todos los ciudadanos.

Que si quieres una subvención autonómica para lo que sea, ya puedes hacerlo todo en el idioma de la aldea correspondiente; que si necesitas consultar algo en una ventanilla pública, lo mismo; y que si quieres dedicarte a operar corazones en algún quirófano de las regiones infectadas por el paletismo, o aprendes el mismo dialecto que maltrata el concejal de Cultura o estás jodido, que ahora preferimos pacientes muertos que soportar a alguien en el quirófano o ebakuntza-gela, diciendo "bisturí" en lugar de "bisturia".

Como no es más que un tinglado, un negocio, y un arma de manipulación, el nacionalismo se ve obligado a reescribir la historia cada día. Aún recuerdo la cantidad de escritores mediocres que tuve que estudiar en Literatura Gallega años atrás, tipos con más peligro con una pluma en la mano que Casero desactivando una bomba, cuyo único mérito para figurar en el temario era haber escrito en gallego. ¿Acaso no fueron también literatura gallega todos los grandes escritores de Galicia que eligieron escribir en español y que son reconocidos en el resto del mundo? No, están excluidos por esquiroles, supongo, por orden de algún político que, con toda probabilidad, no habrá leído nada de ellos ni de los otros.

Es triste que la valiosa diversidad y riqueza cultural de España, por la pésima gestión del embrollo autonómico del 78, haya derivado en todo el territorio en una riña de vecinos, donde la principal víctima son los ciudadanos, más aún las familias humildes, las que no pueden permitirse sacar a sus hijos del magma académico nacionalista y lanzarlos a algún centro privado donde les instruyan y no les obstruyan.

Si algo confirma la decadencia de España no son los indicadores económicos, ni los vaivenes políticos, por más que su influencia pueda resultar crucial en la Historia, que bastante difícil es sobreponerse a tener de presidente al discípulo del célebre Mark Tauen. Si hay un síntoma indiscutible del declive, de la estupidez generalizada que nos corroe, es el maltrato a la lengua española, que siempre ha sido nuestro mayor tesoro, y todo un símbolo de unión y libertad. Será que nos sobra la riqueza, la unión y la libertad.

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