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José Bastida

La ‘agenda cultural’ de ZPedro

Hay que reconocerle a este presidente por accidente parlamentario el buen gusto por la música pop-rock, y a su esposa, también. Tanto The Killers, una banda no muy conocida en España pero muy solvente, como Pet Shop Boys, unos clásicos, merecen disfrutarse en directo.

Suponemos que en su viaje iniciático a California en 2016, con su chupa de cuero negra, Zpedro se empapó de la incultura progre de la universidad de Berkeley, donde The Killers son muy conocidos y los antifas (equivalentes en España a las bandas de ultraizquierda) dominan las aulas, como sucede en la Complutense de Madrid, o la Central de Barcelona, por poner sólo dos ejemplos paradigmáticos de la dogmática y sectaria universidad española. Y allí, ZPedro diseñó su asalto al poder, materializado el 1 de junio de 2018.

Aquellos meses en el Pacífico aprendiendo marketing político, le enseñaron que las fuerzas culturales y mediáticas son imprescindibles para tomar el Palacio de Invierno. Por eso, la agenda cultural es asunto prioritario en su inefable mandato. La vicepresidenta, en su papel de apagafuegos, así lo argumentó para justificar dos viajes, con un coste de 20.000 euros, del presidente y su esposa al FIB de Castellón para asistir a los conciertos señalados. Una explicación coherente con la arrogancia de la izquierda pero inadmisible en el sistema democrático, que fiscaliza y vela contra los abusos de poder y presupuesto. El coste de ese viaje cultural tiene que devolverlo a Hacienda o si no dimitir por malversación de caudales públicos. Otros políticos tuvieron que abandonar por 2 botes de crema de 20 euros. La diferencia sólo está en quién controla los medios de comunicación. Como éstos son patrimonio de la izquierda, el escándalo se ha diluido. Sólo las redes sociales y la oposición, muy noqueada desde el 1 de junio, han denunciado este abuso de poder simbólico, porque peor que este atropello ha sido el dieselazo y "aquí no ha pasado nada".

El control mediático es tan abrumador que ya no hay vergüenza ni respeto institucional y, así, convierten en un círculo de izquierdosos sectarios el consejo de RTVE o nombran a un comunista de café director del Instituto Cervantes, quien lo primero que va hacer es diluir el presupuesto en cursos sobre las distintas "lenguas españolas". Todo para acabar con una nación cuyo poderío cultural e influencia en Occidente es cada vez más intenso. El español es la primera lengua de América y, en Europa, es la primera solicitada para su estudio. Pero lo importante es crear tensión, odio cultural y zafiedad intelectual, mientras los oligopolios mediáticos escupen más antifranquismo (hasta ha llegado a Sálvame el patético asunto de la tumba del autócrata) e ideología de lucha de sexos. Un escenario que intimida a la sociedad civil e intenta crear un estado de opinión favorable para adelantar elecciones cuando las encuestas lo digan en aras a crear un auténtico frente popular disruptivo, salido de unos comicios que acabarán con el constitucionalismo y la España tal como la conocemos.

Esta es la agenda cultural de este presidente accidental.

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