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José María Albert de Paco

El método Rajoy

Desde el viernes me venía ilusionando la posibilidad, bien que remota, de que el Gobierno tuviera un método. Y no. Era un capricho.

Hasta hoy, mis tratos con este Gobierno se atenían a un acuerdo por el que yo miraba para otro lado y el Gobierno no alardeaba de su gestión más allá de lo prudente. Me parecía una transacción razonable, máxime teniendo en cuenta que no era el Gobierno quien empuñaba las tijeras, sino la realidad y sus metáforas.

En mi candidez, tenía por seguro que el Gobierno había subido los impuestos a contrapelo de sus convicciones, que había suspendido la paga de Navidad a los funcionarios por una cuestión de fuerza mayor, y que tampoco estaba en sus planes la eliminación de los subsidios a parados de larga duración mayores de 45 años. En el sobreentendido, en fin, de que el Gobierno había cumplido el viejo anhelo de Albert Boadella, esto es, convertirse en disidente de sí mismo, creía que el ensañamiento no venía a cuento. Hasta hoy, en que el cruce de declaraciones a cuenta de la tasa farmacéutica ha puesto en evidencia que el Gobierno está más por la hidalguía que por la melancolía o cualquier otra forma de sofisticación.

Ya el viernes hubo un amago, pues, tras el Consejo de Ministros, Sáenz de Santamaría desdeñó el copago anunciado por la Comunidad de Madrid alegando que el Gobierno tenía "su propio modelo de gestión". "Modelo de gestión", eso dijo Sáenz, lo que me llevó a barruntar si también el aumento del IVA de las entradas de cine o la retirada de la tarjeta sanitaria de los inmigrantes ilegales habían sido producto de un modelo de gestión, o, ya puestos, de un método.

Por si las cosas no estaban claras, hoy ha sido Rajoy quien ha salido al paso del euro por receta (contra el que no se prodigó en demasía, por cierto, cuando fue Cataluña quien lo impuso). "A mí no me gusta", ha aseverado con su habitual parsimonia. Una lástima, sin duda, porque desde el viernes me venía ilusionando la posibilidad, bien que remota, de que el Gobierno tuviera un método. Y no. Era un capricho.

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