Menú
José T. Raga

¿Un premio a la sedición?

¿Cabe, desde una exigible responsabilidad de gobierno, premiar al rebelde, al sedicioso? ¡Aplíquese la Ley en toda su extensión y sin estrategias políticas!

La confusión, y probablemente mis carencias para la comprensión, es lo que me conduce al intento, quizá vano, de ver si, escribiendo lo que no entiendo, llego a vislumbrar dónde estoy y qué significa lo que oigo en mi entorno. Podría desentenderme; lo he intentado pero no puedo.

Nunca hubiera querido escribir sobre lo que ya se llamael conflicto catalán, por aquello de zapatero a tus zapatos, y yo siempre me he sentido incapacitado, lo he dicho en varias ocasiones, para entender eso que, ausente de razones, de fundamentos y de principios confesables, se encierra en un espacio, tan oscuro como estéril, conocido como estrategia política.

¿Qué es esa estrategia? En unos, que, por su primitivo simplismo, no ocupan mi mente, es bien evidente; es el caso de las autoridades de la Generalidad de Cataluña –el presidente del Ejecutivo y sus consejeros, y la presidenta del Legislativo y sus complacientes parlamentarios–, que no tienen doblez alguna donde esconder sus perversas intenciones.

Su objetivo, rebelándose contra el orden jurídico establecido, incluso contra el establecido por ellos mismos, pretende la creación a la carta de una república catalana, impuesta por la minoría de los catalanes. No veo otra razón de peso, a no ser que sea el odio y el complejo de inferioridad que subyace en tal pretensión.

Pero ¿y los demás, los que tienen que impedirlo, en defensa del orden jurídico que todos, también los catalanes, nos hemos dado? La caballerosidad y gallardía en el trato como signos de buena educación terminan donde empieza la agresión, bastaría con el peligro para los derechos inherentes a las personas y, con ellos, a la dignidad de la nación.

¿Olvidamos que nuestra Constitución de 1978 propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político? ¿Y que con la misma claridad reafirma que corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en los que se integra sean reales y efectivas? ¿O que el sistema tributario estará inspirado en los principios de igualdad y progresividad…?

¿Puede algún integrante de esos poderes públicos estar pensando en mayores dádivas para los sediciosos? La igualdad de todos los españoles nunca se conseguirá ampliando y generalizando la desigualdad. El cupo vasco es una ofensa para el resto de los españoles, y su aplicación a Cataluña vendría a necrosar la herida. ¿O se piensa que la España callada, que quiere vivir y trabajar en paz y orden, ha cambiado corazón por idiocia?

El privilegio del cupo vasco, que, por privilegio, no podría aplicarse igualmente a todas las comunidades autónomas, debería eliminarse en la primera reforma para remover los obstáculos que impiden la igualdad de todos los españoles. ¡Como para ampliarlo a Cataluña!

¿Cabe, desde una exigible responsabilidad de gobierno, premiar al rebelde, al sedicioso? ¡Aplíquese la Ley en toda su extensión y sin estrategias políticas!

Temas

En España

    0
    comentarios