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JULIET, NAKED

La educación sentimental de Nick Hornby

Si hubiese un equivalente masculino de lo que se conoce como chick lit (literatura de mujeres para mujeres), el máximo exponente del boy lit sería el británico Nick Hornby.

Si hubiese un equivalente masculino de lo que se conoce como chick lit (literatura de mujeres para mujeres), el máximo exponente del boy lit sería el británico Nick Hornby.
Nick Hornby.
Es preciso aclarar que mientras autoras de este popular género como Candance Bushnell (Sex and the city), Helen Fielding (El diario de Bridget Jones) o Elizabeth Gilbert (Comer, rezar, amar) han amasado fortunas gracias a un público abrumadoramente femenino, hasta ahora las novelas de Hornby parecen haber escapado al encasillamiento de este tipo de literatura que, en general, es percibida con cierta condescendencia por la crítica con mayúsculas.

Pero lo cierto es que, desde el principio, en sus relatos Hornby ha retratado al hombre contemporáneo (al menos el de su generación, que ya ha pasado la cincuentena) con su angst particular. Lo hizo en Alta fidelidad y Un gran chico, sus dos novelas más logradas. En Cómo ser buenos incursionó en los efectos del matrimonio en este individuo prototípico con vocación de Peter Pan eterno. Ahora, con Juliet, Naked, retoma los vaivenes de la pareja moderna en un triángulo –formado por Annie, Duncan y Tucker Crowe– en el que reaparecen sus leitmotivs literarios: el fin del romance, el temor al compromiso sentimental y, sobre todo, la obsesión de muchos señores por el rock & roll, un cordón umbilical que los mantiene conectados a la juventud perdida.

Podría decirse que Juliet, naked tiene algo de spin off de las obras anteriores del autor. Una variante más ajada y curtida de unos personajes que ya nos resultan harto familiares: Duncan y Annie forman una pareja de cuarentones cuya relación de casi dos décadas está marcada por la improvisación y la aversión a ataduras formales como pasar por la vicaría o tener descendencia. Duncan es un fanático de la música que desde hace años idolatra a Tucker Crowe, un cantante americano que a finales de los ochenta se retiró de la vida pública por motivos desconocidos y con resonancias míticas. Como era de esperar, Annie y Duncan ya no están enamorados, tal vez porque nunca se amaron del todo, y ahora sólo los une la monotonía de una existencia a orillas del mar en un melancólico pueblo de Inglaterra.

Si no fuera por la inesperada irrupción en sus vidas del recluso Crowe y su hijo, el pequeño Jackson, esta pareja dispareja podría seguir indefinidamente instalada en la indiferencia de su (des)amor. Tucker Crowe, famoso por una composición que en su día le dedicó a una tal Juliet, también se encuentra varado en la desilusión de una carrera meteórica que un buen día le supo a farsa y en el desencuentro permanente con una ristra de vástagos y ex mujeres que fue dejando atrás.

Una vez más, Nick Hornby saca provecho de su agudo sentido del humor y su oído extraordinario para construir diálogos hilarantes que rozan la mejor comedia. Página tras página el lector se sorprende con una sonrisa en la boca que a veces –como sucede con el encuentro entre Duncan y su cantante favorito– se convierte en sonora carcajada. Además de sus temas recurrentes, Hornby introduce el papel policiaco que hoy en día tienen la internet y los innumerables servidores y blogs que desmenuzan hasta la medida microscópica las biografías de las celebrities. Por mucho que Tucker Crowe (una mezcla de Leonard Cohen, Bob Dylan y Springsteen) quiera aislarse de todo y de todos en un remoto pueblo de Pennsylvania como una suerte de Salinger de la música, no puede evitar el escrutinio que de él hacen en la red los crowites. Con ironía, la novela recoge entradas apócrifas en Wikipedia sobre el cantante y la chismografía (casi toda infundada) que sus seguidores intercambian en los chats virtuales.

Como ya es habitual con las novelas de Hornby, la lectura de Juliet, Naked discurre con facilidad, a bordo de una prosa ágil y en sintonía con los tiempos que corren; pero en esta ocasión la historia no logra atrapar como lo consiguieron las deliciosas Alta fidelidad y Un gran chico. Como los discos de vinilo que colecciona este escritor amante y conocedor de la música pop, pareciera que sus tramas se van rallando con el tiempo. Le ocurre a Annie con Duncan, empeñado en escuchar hasta la saciedad la mítica "Juliet". Le pasa a Tucker Crowe con sus propias creaciones, incapaz de reconocer en ellas el valor que un día tuvieron cuando arrasaba sobre el escenario. Y tal vez le sucede algo similar al lector con esta nueva versión de fuegos anteriores, pero ahora más apagados y entre ascuas.

¿Será que a Nick Hornby le ha llegado su hora inevitable de la segregación dentro del boy lit?Un género, por qué no decirlo, dominado por unas constantes: la querencia por el fútbol, las listas de las mejores canciones, el miedo al matrimonio, el pánico a tener hijos, el terror a hacerse mayor. Bienvenido al universo de Bridget Jones y compañía. Lo único que cambia es el signo de las hormonas.


NICK HORNBY: JULIET, NAKED. Riverhead Hardcover, 2009, 416 páginas.
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