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'IRSE A MADRID'

¡Un escritor, carallo!

En la superstición de que el trato con los puercos no ha de rendir ningún fruto excepcional, los lectores capitalinos nos asomamos a la obra de los autores de provincias componiendo esa sonrisa conmiserativa del que cree estar ante la caligrafía de Alfredo Landa en Los santos inocentes. Fue Quim Monzó quien, en uno de sus artículos más dañinos, me previno contra esos críticos que alisan la piel del mundo por el procedimiento de dividir la literatura en urbana y rural.