Menú
CONTRA LA SECESIÓN VASCA

Si España cae...

César Alonso de los Ríos publicó, hace ya una década, un libro premonitorio: Si España cae. En él advertía del peligro de que la izquierda cediera a las pretensiones nacionalistas con la intención de destruir a la derecha, porque la única víctima sería la nación española. José Antonio Zarzalejos toma ahora el relevo con esta obra: Contra la secesión vasca.

César Alonso de los Ríos publicó, hace ya una década, un libro premonitorio: Si España cae. En él advertía del peligro de que la izquierda cediera a las pretensiones nacionalistas con la intención de destruir a la derecha, porque la única víctima sería la nación española. José Antonio Zarzalejos toma ahora el relevo con esta obra: Contra la secesión vasca.
Juan José Ibarretxe.
Y advierte: "Si la izquierda gobernante está dispuesta a transigir de nuevo, los nacionalistas no tendrán una comunidad libre asociada a España, pero acaso logren el desistimiento ante el terror, la prolongación de su régimen y, si las cosas se ponen difíciles, una nueva coalición con el socialismo en prueba irrefutable de su estricto carácter democrático".
 
Con las elecciones vascas hemos podido comprobar hasta qué punto estas profecías se han cumplido. El Partido Socialista se ha plegado a las ideas nacionalistas. No sólo ha ofrecido un plan que califica a Euskadi de "comunidad nacional", sino que además ha evitado que se aplique la Ley de Partidos, lo cual ha permitido a Batasuna obtener nueve parlamentarios bajo otras siglas.
 
Intentar entender cómo hemos llegado a esta situación parece sencillo, pero desgraciadamente es complejo y requiere no sólo de coraje sino también de cierta perspectiva histórica. Zarzalejos, ex director de los diarios El Correo Español y ABC, no sólo condensa la historia reciente del nacionalismo en menos de doscientas páginas, sino que ofrece un análisis penetrante que ninguna persona interesada en tomar el pulso a la política vasca puede perderse.
 
Comienza el autor con Sabino Arana y sus ideas racistas y etnicistas, con los siguientes corolarios: ser nacionalista es ser buen vasco y buen cristiano. El nacionalista, según Arana, debe odiar a España y sacralizar el euskera como lengua propia.
 
A partir de los orígenes del PNV, el autor desmonta la historiografía nacionalista y explica cómo este partido calló todo lo que pudo y más en la dictadura de Primo de Rivera, traicionó a sus aliados de izquierda con Franco y, más tarde, mientras gobernaba con el PSOE en Euskadi, volvió a dar una puñalada trapera a sus socios, firmando a sus espaldas el Pacto de Estella con ETA.
 
Lo que queda claro en estas páginas es que nada puede saciar al minotauro nacionalista, puesto que la nostalgia por la Arcadia feliz siempre conllevará una insatisfacción permanente que ninguna reforma estatutaria podrá calmar. Si no hay pataleo no hay nacionalismo.
 
Por otro lado, surge la pregunta de cómo es posible que los nacionalistas sigan ostentando el poder tras tanto tiempo. En este sentido, Zarzalejos escribe: "Sin ETA el nacionalismo corre el riesgo de perder el poder que se configura en el País Vasco como un régimen, es decir, como una estructura clientelar sostenida por el allegamiento de fondos públicos a través de las haciendas forales (...) y aglutinada por el ejercicio permanente de coerción que impone ETA a los no nacionalistas". Con las armas se fuerza a muchos vascos a huir de Euskadi. Con las palabras de gente como Arzalluz se anima a los no nacionalistas a que vayan preparando las maletas rápidamente, porque quien no comulgue con el credo nacionalista tendrá que "deambular en la ancha Castilla (sic)"...
 
Ante esta situación, la izquierda se divide entre quienes, como IU, abrazan claramente el secesionismo y el PSOE, que ha pasado de unirse al PP contra el nacionalismo a la connivencia con el PNV. Por eso no es de extrañar que el Partido Socialista haya permitido que el Plan Ibarretxe se debatiera en el Congreso, a pesar de que vulnera constantemente la Constitución. Asimismo, ha ofrecido una reforma estatutaria, el llamado "Plan López", que reconoce que Euskadi es una "comunidad nacional".
 
Ya se han encargado los socialistas de hacernos ver a los vascos, durante la pasada campaña electoral, que lo importante es pactar con el PNV y no irritarse y crispar, como hace la derecha. Así pues, han permitido que Batasuna se presente bajo otras siglas, y a quienes les han criticado les han llegado a decir que su actitud es indigna porque quieren "silenciar la voz de más de 150.000 vascos (sic)".
 
Finalmente, Zarzalejos, que aparte de periodista es también jurista, cierra su libro con un análisis jurídico del Plan Ibarretxe. El autor señala que, si Euskadi tiene el derecho de asociarse con el Estado Español, esto supone pasar de ser parte de España a tener la potestad de decidir si quiere formar parte de un Estado confederal. Además, pretende romper la unidad del poder judicial, distingue entre nacionalidad vasca y española, considera que sólo se aplicará el Derecho "emanado de las instituciones vascas" y reitera el principio de bilateralidad en las relaciones económicas entre Euskadi y el Estado Español. La conclusión es que la propuesta del lehendakari es ilegal y secesionista.
 
Mientras se sigan publicando libros como Contra la secesión vasca quedará la esperanza de que algún día quiebre esa religión secular llamada nacionalismo. Ya lo advirtió Chesterton: "Sólo cuando todo es desesperado la esperanza empieza a ser completamente una fuerza". Ahora sólo queda esperanzar para coger fuerzas y resistir los envites a que nos enfrentamos.
 
 
José Antonio Zarzalejos, Contra la secesión vasca, Barcelona, Planeta, 2005, 158 páginas.
0
comentarios