Menú
Marcel Gascón Barberá

Putin y la tentación nihilista de Occidente

Si Putin sale airoso de este nuevo órdago contra Ucrania, Occidente será más débil y volverá a confirmarse que estamos en retirada.

Si Putin sale airoso de este nuevo órdago contra Ucrania, Occidente será más débil y volverá a confirmarse que estamos en retirada.
El autócrata ruso Vladímir Putin. | EFE

Ha empezado el mambo en el Donbás y Putin acaba de decirle al mundo que es hora de rehacer el Imperio y que empezará por Ucrania. Las repúblicas separatistas títeres de Moscú denuncian que Ucrania ha iniciado hostilidades. La idea es, en sí misma, un sinsentido. Si no lo ha intentado hasta ahora, qué motivo tendría Kiev para lanzarse a recuperar territorios justo cuando Rusia tiene a medio ejército listo para invadir en la frontera. Es, claramente, una operación de falsa bandera.

Centenares de mujeres, ancianos y niños han sido evacuados de los territorios de los enclaves rebeldes a Rusia para apoyar la idea de una emergencia. Mientras, Putin y sus medios oficiales insisten en acusar a Ucrania de estar cometiendo un genocidio en la zona. Es, por supuesto, mentira. Como es mentira que los ucranianos estén detrás de las explosiones y ataques armados en los territorios separatistas que los rusos provocan para esgrimir un casus belli.

A pesar de lo grotesco de la zarrapastrosa propaganda rusa, un porcentaje sorprendentemente alto de observadores acusan a Estados Unidos de estar alimentando la escalada, al tiempo que parecen celebrar el trato humillante y matonesco que Putin dispensa a los líderes occidentales. Una parte de esta corriente de opinión se explica por el antiamericanismo patológico de sus adeptos. La otra es atribuible a la antipatía a Biden y a la clase dirigente europea.

Hay muchas razones para despreciar a los líderes occidentales, a ambos lados del Atlántico. Su debilidad, unida a sus obsesiones ideológicas en cuestiones como la energía, son factores clave para explicar el envalentonamiento de Putin. Pero me parece un grave error extrapolar querellas internas al tablero internacional y abrazar o reírle las macarradas al enemigo sólo porque nos disgustan quienes nos representan.

¿Para qué combatimos la ideología woke a la que se han entregado nuestros principales líderes? En mi caso, para preservar una sociedad próspera y abierta en la que no esté proscrita la meritocracia ni abolida la lógica. Una sociedad en la que el cazador, el católico y el torero convivan en un espacio de neutralidad con el andrógino, el feminista y el ecologista. Y en la que las decisiones vuelvan a tomarse atendiendo a la realidad y no a prejuicios ideológicos, lo que implica allanar el camino a las familias con hijos y a los empresarios que crean trabajo y riqueza, entre otros agentes sociales cuyas conductas repercuten en el bien del conjunto de la sociedad.

Putin es lo contrario de lo woke, y, al mismo tiempo, un enemigo jurado de todo lo que vale la pena en nuestro mundo. Aunque Macron, Biden o el alemán Scholz actúen a menudo contra los intereses de Occidente, los revolcones que les da Putin no son victorias para la civilización occidental. Bien al contrario. Si Putin sale airoso de este nuevo órdago contra Ucrania, Occidente será más débil y volverá a confirmarse que estamos en retirada. Si el Kremlin consuma con éxito el órdago se habrá sentado un precedente, a las puertas mismas de la OTAN en el Este de Europa pero también para China, que bien podría recoger el guante y cumplir sus cada vez más explícitas amenazas contra Taiwán.

Debemos luchar para cambiar una clase dirigente que no nos conviene, pero no celebrar sus derrotas a manos de enemigos que no lo son de Biden, Macron, Borrell o Von der Leyen, sino de los cimientos mismos del modelo de sociedad más libre y compasivo que haya conocido la Historia.

Si tienen algo de tiempo, pónganse en Netflix la película ¡Viva Bielorrusia! Está basada en hechos reales y cuenta la experiencia de unos jóvenes en la Bielorrusia putiniana de Lukashenko que anhelan la vida en libertad de la que disfrutamos en Occidente. El reino de mentira y brutalidad que tan bien refleja la cinta es, exactamente, lo que luchan por dejar atrás los ucranianos.

Vea ¡Viva Bielorrusia! quien desde la derecha celebre los éxitos de un Putin que sigue asesinando a opositores y encarcelando a críticos. Y pregúntese si es ésa la alternativa que quiere a la estupidez woke.

Temas

En Internacional

    0
    comentarios