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Mario Noya

El enemigo público número uno de los negros

Son los negros. Así de simple y trágico. No hay que darle más vueltas, por mucho que se las dé la prensa progre tan miserable como ignara.

Son los negros. Así de simple y trágico. No hay que darle más vueltas, por mucho que se las dé la prensa progre tan miserable como ignara.

Son los negros. Así de simple y trágico. No hay que darle más vueltas, por mucho que se las dé la prensa progre tan miserable como ignara, que goza hozando en la charca infecta del antiamericanismo cada vez que estalla una crisis racial como la que está poniendo en el mapa Ferguson, condado de San Luis, estado de Misuri.

Para ver en lo que es, no se me ocurre nada mejor que arramblar con las toneladas de basura amarillista que vierten los de siempre y acudir al periodista negro Jason Riley, autor del memorable artículo "The other Ferguson tragedy" y del imprescindible libro Please Stop Helping Us, cuyo capítulo "The enemy within" me ha inspirado el título de esta columna.

Riley dice que los negros (comerciantes, dependientes, clientes, transeúntes) no se fían de los negros, especialmente de los jóvenes vestidos de raperos; y que hacen bien en no fiarse, habida cuenta de sus pavorosos índices de criminalidad: los negros, actualmente el 13% de la población total y la mitad de la población reclusa, son responsables de la mitad de los asesinatos perpetrados desde 1976. "El rostro del crimen violento en Nueva York, (…) como en todas las demás grandes ciudades americanas, es casi exclusivamente negro o moreno", dice Heather MacDonald en este artículo que cita Riley en su libro. Por supuesto que desconfía Riley de un joven negro con las formidables pintas ridículas de los raperos, porque resulta que concederle el beneficio de la duda le puede costar la vida. El racial profiling, por desgracia, es una ayuda, también o sobre todo para los negros: el 90% de los crímenes cometidos por negros se perpetran contra negros; incluso o especialmente para los jóvenes negros, cuya primera causa de muerte es el asesinato a manos de jóvenes negros.

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Es que son pobres, aducen los progres y el establishment negro, al que Riley descalifica con poderosos argumentos (viven de hacer chantaje emocional a los blancos y de la industria del victimismo, según denuncia). Más pobres eran en los años 50, "cuando la segregación era legal y el racismo campaba por sus respetos", y sin embargo "los índices de criminalidad negra eran inferiores y los negros representaban un porcentaje inferior de la población reclusa". Es que son víctimas del odio racial, insisten. A lo que Riley replica: "La población reclusa negra refleja la criminalidad negra, no un sistema judicial racista"; sistema judicial, remacha el periodista, "dirigido por un negro", el fiscal general Holder, "que reporta a otro negro", el presidente Obama.

Las víctimas de los pobres negros son pobres negros, sí; pero parece que eso les importa cero a los con frecuencia potentados defensores de los pobres negros.

"El liderazgo pro derechos civiles negro es perfectamente consciente de que la criminalidad negra es, en sus raíces, un problema negro que necesita ser afrontado por negros que reconfiguren las actitudes y hábitos negros", afirma Riley. Y acusa/añade: "Pero el movimiento pro derechos civiles ha devenido una industria, y esa industria no tiene interés en hacer valoraciones realistas de la patología negra (…) La Naacp (…) está mucho más interesada en tener a los blancos en vilo que en hacerse cargo de los hábitos autodestructivos de los negros", que explican tanto de sus problemas laborales, sus problemas con la autoridad y los estragos que causa la violencia en sus comunidades.

Riley tiene consejos que dar a los jóvenes negros para que dejen de ser sus peores enemigos; consejos que ha tomado prestados del presentador negro de la CNN Don Lemon:

1) Subíos los pantalones y dejad de ser o parecer "raperillos maleantosos", que diría Residente, el cantante de Calle 13, otro que tal baila pero que lo clava en ciertos pasajes de este tema.

2) Terminad vuestros estudios. (El abandono escolar negro se mueve en torno al 50%; por otro lado, "al final de la high school el estudiante negro promedio está varios años por detrás del blanco en lectura y cálculo", informa Riley).

3) Dejad de usar la-palabra-que-empieza-con-N como parapeto contra las críticas.

4) Ocupaos más de vuestras comunidades. Ocupaos en un sentido positivo, no negativo. Es decir, no matéis/robéis/violéis a vuestros semejantes, mejor cooperad con ellos y contribuid a hacer de vuestros barrios lugares habitables.

5) Dejad de tener hijos ilegítimos y, en vez de arrasarlos, fundad hogares. (El 64% de los niños negros viven con sus madres pero sin sus padres. "Una lección de la Presidencia Obama –quizá la más importante para los negros– es que es menos importante tener un hombre negro en el Despacho Oval que en casa". "Como la mayoría de los negros, mis padres lo sabían todo –aunque sólo fuera por las experiencias de algunos de sus amigos y parientes– acerca de la fuerte relación entre hogares rotos y malas consecuencias", abunda Riley. "Y aunque no pudieron salvar su matrimonio, resolvieron salvar a sus hijos").

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A los progres y a los gerifaltes de la comunidad negra, Riley, más que aconsejarlos, les suplica: Please stop helping us, por favor, dejad de ayudarnos. Porque el daño que nos estáis causando con vuestro ¡lucrativo! paternalismo irresponsable es tremendo.

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