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Marion Mueller Chueca

El presidente del Perú es un maestro del engaño

Están desmantelando la democracia a una velocidad que supera lo acontecido anteriormente en Bolivia o Venezuela.

Están desmantelando la democracia a una velocidad que supera lo acontecido anteriormente en Bolivia o Venezuela.
El presidente del Perú, Pedro Castillo. | EFE

Tanto el Ministerio de Educación como la Unidad de Gestión Educativa Local de Chota, donde supuestamente impartió clases Pedro Castillo como maestro, se niegan rotundamente a dar cualquier información sobre la labor docente del presidente. Otro dato desconcertante es que tampoco haya sido posible localizar a ningún alumno de este sindicalista básico.

En casi siete meses de mandato, Castillo ha cambiado cuatro veces de Gabinete ministerial. Este escurridizo y poco transparente personaje, perteneciente a una organización castrochavista, filoterrorista, totalitaria y enemiga de la libertad de expresión, no ha hecho más que generar una absoluta saturación de casos de corrupción en el país, dejando al descubierto una total incapacidad y falta de voluntad política para la correcta gestión democrática.

A todo esto, hay que tener en cuenta que Castillo no ha llegado para gobernar el Perú, únicamente sigue a pies juntillas una agenda perfectamente establecida consistente en reventar el Estado de Derecho y la democracia desde el interior de las instituciones. Estamos ante un mitómano que dice hablar en nombre del pueblo y emplea exactamente el mismo patrón que utilizó Evo Morales al llegar a la presidencia de Bolivia.

En paralelo al caos generado por su desgobierno, desde el partido Perú Libre que lo aupó al poder, con el apoyo de la denominada "izquierda caviar", se está promoviendo a piñón fijo la instauración de una Asamblea Constituyente con la única intención de cambiar la actual Constitución y poder implantar un régimen totalitario al más puro estilo castrochavista.

Una enorme cantidad de medios de comunicación internacionales, movidos por los espurios intereses y desmedidas ambiciones de aquellos que medran económica y geopolíticamente en el inmenso tablero de ajedrez en el que se ha convertido el colectivismo internacional, en su momento presentaron y apoyaron a Castillo contándole al mundo la enternecedora historia de que se trababa de un inocente, honesto y cándido maestro rural. Un humilde profesor de primaria, un campesino, un adalid de la ética, de la lucha contra las injusticias y la corrupción.

Lo que obviaron relatar en esa farsa titulada Soy campesino, compadéceme es que cualquier parecido con la realidad era mera coincidencia.

Detrás de esa fraudulenta imagen que nos intentaban vender se escondía un sindicalista iletrado, ideologizado, iracundo y el hombre de paja de Vladimir Cerrón , exgobernador de Junín que se define como marxista, leninista y maoísta y que en su momento tuvo la intención de presentarse como candidato presidencial del partido de su propiedad Perú Libre, pero al ser sentenciado a cuatro años de cárcel por corrupción se vio obligado a poner un sustituto.

El elegido para ese reemplazo fue Castillo, un sindicalista que había liderado en 2017 una huelga magisterial que paralizó la educación primaria en todo el país a lo largo de tres meses.

Los medios de comunicación peruanos no dan abasto destapando diariamente la falta de transparencia y los múltiples casos de corrupción sobre asesores, lobistas, familiares y esperpénticos miembros de los diferentes Gobiernos de Castillo.

Por si faltaba algo en este guion de opereta, algunos ex miembros de su Gabinete que tratan tardíamente de cubrirse las espaldas han desvelado un secreto a voces, y es que en el Perú existe un Gobierno en la sombra que asesora al presidente.

Lo que queda meridianamente claro es que Pedro Castillo y su sombría cuadrilla están desmantelando la democracia en el Perú a una velocidad que supera lo acontecido anteriormente en Bolivia o Venezuela.

Antes de ser presidente, Castillo pedía con mucho fervor el acceso de Bolivia al mar, y recientemente se reafirmó respecto a ese tema en una reveladora entrevista que le hizo el periodista mexicano Fernando del Rincón para la CNN, declarando que si el pueblo mediante referéndum se lo pedía él le daría acceso al mar a Bolivia. Y se quedó tan ancho el maestro.

Tan delicadas afirmaciones por parte de un mandatario que debería defender la soberanía de su país obedecen claramente a planes supranacionales para implantar Gobiernos plurinacionales con tintes bolivarianos, y son de tal gravedad que, de llegar a confirmarse algún tipo de negociación sobre este hecho, calificaría inmediatamente como delito de traición a la Patria, pudiendo ser destituido Castillo constitucionalmente con mayoría simple por el Congreso.

Durante la entrevista en la CNN, y para evitar contestar a la pregunta sobre si en Cuba, Venezuela o Nicaragua existen regímenes dictatoriales, Castillo se atrevió a invocar la no injerencia en la soberanía de las naciones, asegurando que son los respectivos pueblos cubano, venezolano o nicaragüense los que se deben pronunciar al respecto. Interpreten mi silencio.

Queda patente que nos encontramos ante un personaje mentiroso, de inteligencia limitada, mal intencionado, que se jacta de no leer la prensa ni escuchar las noticias y que actúa claramente al servicio de intereses ajenos a los del Perú y su democracia.

Cuando se le pregunta por su ideología, se va por la tangente definiéndose como un provinciano, un hombre del pueblo, pero la verdad se revela rápidamente al ver sus juntas y comprobar que la gran mayoría de sus ministros y asesores más cercanos están ligados a la corrupción o al Movadef, el brazo político del sanguinario grupo terrorista Sendero Luminoso.

Castillo es un maestro del engaño, sometido a Vladimir Cerrón y a su organización marxista radical. Es un personaje que, con una enorme desvergüenza y cinismo, niega una y otra vez ser afín al comunismo. Miente más que un epitafio.

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