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Max Boot

La influencia de Irán se extiende en el vacío afgano

Dos de las tendencias más peligrosas de la política exterior de EEUU están convergiendo: el acercamiento a Irán y su deseo de retirarse de Oriente Medio.

Dos de las tendencias más peligrosas de la política exterior de EEUU están convergiendo: el acercamiento a Irán y su deseo de retirarse de Oriente Medio.

Hay un adagio muy popular entre los defensores del acercamiento a Irán: según ellos, la República Islámica tiene el mismo interés que Estados Unidos en la estabilidad de sus países vecinos. Como prueba, esgrimen la histórica hostilidad iraní hacia los talibanes y el constructivo papel desempeñado por Teherán en la creación de un Gobierno postalibán, encabezado por Hamid Karzai, en Kabul. Irán, a fin de cuentas, es una potencia chií y no puede estar interesada en respaldar a una organización fundamentalista suní como la de los talibanes. Eso, al menos, según esta línea de argumentación. Pero las palabras ya hace mucho que se han visto superadas por los acontecimientos.

Irán lleva apoyando a los talibanes de manera activa por lo menos desde 2007, al margen de sus diferencias sectarias, y, según este reciente artículo del Wall Street Journal, ese apoyo ha aumentado últimamente. "Fuente oficiales afganas y occidentales afirman que Teherán ha incrementado discretamente su suministro de armas, municiones y fondos a los talibanes, y actualmente recluta y adiestra a sus combatientes, lo que supone una nueva amenaza para la frágil seguridad de Afganistán", escribe desde Kabul la reportera Margherita Stancati.

El artículo presenta pruebas, que la Casa Blanca por lo visto ha decidido mantener en secreto, de que agentes de la inteligencia iraní están reclutando de manera activa a refugiados afganos en Irán y enviándolos de vuelta a Afganistán para combatir junto a los talibanes. En el artículo, uno de dichos combatientes afirma: "Los contrabandistas contratados por Irán hacen pasar suministros a través de territorios fronterizos en los que no rige ley alguna, en el límite entre Irán, Afganistán y Pakistán; luego se los hacen llegar a las unidades de los talibanes en territorio afgano". Dice que sus combatientes reciben armas, entre las que hay morteros de 82 mm, ametralladoras ligeras, rifles AK-47, granadas impulsadas por cohetes y material para elaborar minas. La ciudad iraní de Mashad se ha convertido en un centro talibán hasta tal punto que las autoridades hablan ya de "Mashad Shura", comparándola con el cuartel general de la organización en Queta (Pakistán).

¿Por qué estarían haciendo esto los talibanes? Stancati cita a un "diplomático occidental": "Irán apuesta por el resurgir de los talibanes. No está seguro de a dónde se encamina Afganistán ahora mismo, así que está minimizando riesgos". ¿Y por qué no estarían seguros los iraníes –entre otros– de a dónde se encamina Afganistán? Porque el presidente Obama, que ya ha reducido la presencia militar estadounidense de 100.000 a tan solo 10.000 efectivos, se ha comprometido a retirar a la mayoría de las tropas antes de 2017.

La retirada ya ha hecho que a los iraníes, y probablemente también a los paquistaníes, les resulte más fácil hacer pasar clandestinamente armas y combatientes a través de la porosa frontera. "En el pasado, Estados Unidos poseía una significativa capacidad de vigilancia", declaró al Journal Sayed Wahid Qatari, un destacado político de la ciudad de Herat, en el oeste de Afganistán. "Pero ahora que los norteamericanos se han ido, Irán tiene mucha más libertad". Seguramente, la libertad de movimientos de la que gozan los iraníes en Afganistán aumentará conforme prosiga la retirada estadounidense, y también lo harán sus incentivos para respaldar a los talibanes, partiendo de la creencia de que el Gobierno prooccidental de Ashraf Ghani, elegido democráticamente, podría no durar.

Éste es un ejemplo de cómo dos de las tendencias más peligrosas de la actual política exterior estadounidense están convergiendo: el acercamiento de Obama a Irán y su deseo de retirar a las tropas norteamericanas de Oriente Medio. Es algo que ya ha sido una receta desastrosa en Irak, y es evidente que un fracaso similar se está incubando en Afganistán.

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