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Pablo Molina

El 'enmano' de Ximo

Como Guerra en su día, Puig asegura que el escándalo de su hermano “no le afecta para nada”. ¡Por favor! Claro que no, 'president'.

Como Guerra en su día, Puig asegura que el escándalo de su hermano “no le afecta para nada”. ¡Por favor! Claro que no, 'president'.
Ximo Puig. | EFE

Cuando Alfonso Guerra era vicepresidente del Gobierno y uno de los personajes más poderosos de España, su hermano Juan tomaba cafelitos en un despacho habilitado al efecto en la Delegación del Gobierno en Sevilla. Allí, Juan Guerra organizaba los trinques del tráfico de influencias que llevaba a cabo aprovechando su condición de hermano de Alfonso, relación que le abría todas las puertas de la Administración pública española, entonces en manos del PSOE prácticamente en su totalidad.

El mayor de los hermanos Guerra, Antonio, era un tipo dicharachero que contribuyó también al espectáculo de una familia tan peculiar. Apodado El Patillas, contribuyó a su manera a defender al clan mostrando en una ocasión a las cámaras una foto trucada de un bebé con dos testículos descomunales, asegurando que era su hermano Alfonso de pequeñito. En esos días, Antonio Burgos acuñó la expresión Mienmano, que es como Juan y Antonio se referían con acento andaluz al todopoderoso vicepresidente.

Esta afianzada tradición socialista de los enmanos que operan en los aledaños de las Administraciones gobernadas por el PSOE se ha trasladado ahora al Levante, donde el hermano del presidente del Gobierno regional valenciano ha sido sancionado por organizar un cártel para amañar concursos públicos. El procedimiento es similar al de Juan Guerra pero mucho más saludable, por la menor ingesta de cafeína. Se trata de visitar los despachos oficiales de manera habitual y comentar cositas con los responsables administrativos, porque ¿qué alto cargo va a negarse a recibir al hermano del jefe?

Guerra se resistió hasta el último momento a asumir responsabilidades por el escándalo de Mienmano. De hecho no las asumió y cuando anunció su dimisión ante el socialismo de Puerto Hurraco (así se referían Solchaga, Almunia y Boyer al PSOE extremeño), pretendió pasar como víctima inocente de una conjura de la derechona, entre ovaciones y llantos de la multitud que le escuchaba. En honor al histórico socialista, Ximo Puig asegura también que el escándalo de su hermano “no le afecta para nada”. ¡Por favor! Claro que no, president.

Como todo el mundo sabe, si el hermano de un presidente socialista es sancionado por amañar concursos públicos, no se exige ninguna responsabilidad. Si, en cambio, eres de derechas y te compras unos trajes de los que no guardas factura, los acorazados mediáticos te dedican cientos de portadas, La Sexta hace una programación especial y siguen linchándote hasta que la Justicia te exonera y demuestra que sí pagaste la ropa.

El enmano de Puig recurrirá la sanción y seguirá haciendo sus rondas de visita a los organismos donde se cuecen los contratos de televisión, el sector donde opera. Lo bonito sería que su hermano se viniera arriba y lo hiciera presidente de Canal Nou. ¿O es que los enmanos de los dirigentes socialistas no van a poder vivir?

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