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Pablo Molina

La Troika cañí

Rubalcaba, Méndez y Toxo, he ahí la Troika cañí, empeñada en ayudar a Rajoy a suprimir cualquier esperanza de que alguna vez salgamos de la crisis.

Rubalcaba, Méndez y Toxo, he ahí la Troika cañí, empeñada en ayudar a Rajoy a suprimir cualquier esperanza de que alguna vez salgamos de la crisis.

Desde que a Zapatero le entró el pánico en mayo de 2010 al darse cuenta de que el país estaba a punto de protagonizar una monumental quiebra soberana, el pretexto preferido por el gobierno para freírnos a impuestos ha sido evitar la visita de la Troika. Nadie sabía muy bien qué era eso de la Troika, pero el nombre ya acojonaba. El caso es que, como si del hombre del saco se tratara, la Troika podía venir a castigarnos para paliar unos excesos pasados en los que, dicho sea de paso, la inmensa mayoría de los españoles no habíamos tenido ninguna responsabilidad. La Unión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo, integrantes de la famosa Troika, no parecían pensar en otra cosa que en enviar a sus agentes Smith para tomar las riendas del Estado a la menor oportunidad, un subterfugio que ha servido muy bien a los gobiernos para machacar a los contribuyentes sin necesidad de tocar las partes mollares del disparatado gasto político, la auténtica madre de todas las reformas que ningún partido quiere siquiera oír mencionar.

Diluida la amenaza de esa Troika fantasmal, que nunca tuvo nada contra el español de a pie sino más bien contra su clase política –culpable de pulirse un volumen ingente de préstamos en toda clase de programas inútiles, como los famosos planes E de ZP–, se avizora en el horizonte otra Troika, ésta sí muy real, capaz de arrasar definitivamente con nuestras pobres finanzas. Rubalcaba, Méndez y Toxo, he ahí la Troika cañí, empeñada en ayudar a Rajoy a suprimir cualquier esperanza de que alguna vez salgamos de la crisis.

Como si el gobierno necesitara que lo animaran, nuestra Troika de mucho progreso insiste en disparar el gasto público, aunque para ello sea necesario pedir un pedazo de rescate en toda regla, que nuestros hijos tendrán que devolver con intereses… si es que alguno se queda a trabajar en España, algo que todavía está por ver... Además, están de acuerdo en subir todos los impuestos (menos el IVA) y crear otros nuevos, fruto de la inagotable imaginación de los progresistas a la hora de esquilmar el bolsillo ajeno. Sobre la reducción del gasto público o la supresión de subvenciones inútiles ni una palabra, y de bajar los impuestos para que las empresas y las familias puedan destinar algo de dinero al consumo, el ahorro o la inversión, menos aún, bajo pena de excomunión democrática. Con esas premisas, no resulta difícil suponer qué podría salir de ese Pacto de Estado que las encuestas de todos los periódicos reflejan como una prioridad, si finalmente nuestros protagonistas se reúnen y alcanzan un acuerdo.

Los dos grandes partidos y los sindicatos mayoritarios pensando en conjunto cómo gastar más, con Cayo Lara animando desde el banquillo. A su lado, los hombres de negro del FMI unas nenazas.

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