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Pablo Molina

Los espontáneos

Robar a los parados es aceptable siempre que lo haga la izquierda; en todos los demás casos, el pueblo sale a la calle pidiendo guillotina.

Robar a los parados es aceptable siempre que lo haga la izquierda; en todos los demás casos, el pueblo sale a la calle pidiendo guillotina.
EFE

El pasado domingo se vivió en Murcia una jornada de agitación popular para pedir la dimisión del presidente de la comunidad autónoma.

La performance tuvo el formato de una manifestación contra la corrupción política (así, en general), una maldición que, al parecer, solo azota a esta parte de la Península Ibérica. Un poco más abajo, en todo lo que viene siendo Andalucía, jamás se ha producido una protesta similar, a pesar de que el latrocinio practicado por la izquierda progresista ya ha situado a la patria de Susana y el Kichi como el territorio más corrupto de toda la OCDE.

En Andalucía se roba a espuertas a los parados, es decir a los de abajo, pero las manifas se organizan en Murcia, donde se está investigando si la contratación de un edificio público se llevó a cabo con arreglo a la Ley de Contratos del Estado.

Robar a los parados es aceptable siempre que lo haga la izquierda; en todos los demás casos, el pueblo sale a la calle pidiendo guillotina. Y lo hace, además, de manera espontánea, según explicaban los dirigentes del PSOE y Podemos presentes en la manifestación murciana, aguantando las carcajadas como verdaderos profesionales.

En realidad, como ha demostrado Onda Cero, el acto de protesta estuvo organizado por los podemitas. Algo previsible porque la izquierda jamás ha participado en un movimiento espontáneo. Sus dirigentes son como Hitchcock, que solo admitía las improvisaciones en sus películas si estaban previamente muy bien ensayadas. La escuela bolivariana de agitación popular, muy presente en el movimiento ultraizquierdista abanderado por Iglesias, forma también de manera muy precisa a sus cuadros para que este tipo de cosas estén siempre muy bien organizadas.

Así pues, el solicitante espontáneo del permiso gubernamental para que los de abajo salieran en Murcia a la calle contra el PP resulta ser un dirigente de Podemos, integrante de la corriente de Iglesias y, en consecuencia, contratado como asesor del único diputado podemita por la región de Murcia. Por cierto, un señor, este parlamentario de Podemos, licenciado en Filosofía, que, a sus 32 años, aún no ha sido capaz de aprobar unas oposiciones de maestro. Todo un triunfador que, junto al convocante de manifas espontáneas, forma un tándem practicamente invencible.

Este es el nivel de la tropa que, Ciudadanos mediante, puede acabar gobernando en la región murciana. El ministro Zoido hará bien en reforzar las oficinas para renovación del pasaporte en toda la provincia. Si finalmente hay moción de censura, la avalancha de solicitantes puede ser espectacular.

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