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Pablo Planas

Doña Isabel, Teodorín y Arrastrada

Ayuso ha sido junto a Vox la única oposición digna de tal nombre con la que han topado Pedro Sánchez y Pablo Iglesias en su programa de destrucción de la democracia y de España.

Ayuso ha sido junto a Vox la única oposición digna de tal nombre con la que han topado Pedro Sánchez y Pablo Iglesias en su programa de destrucción de la democracia y de España.
EFE

La extinción de Ciudadanos amenaza con dejar un notable reguero de cadáveres políticos, con Pablo Casado y su rompepiernas García Egea en lo alto de la lista. A estas alturas se ignora qué datos, indicios o hechos manejaba la pareja que dirige el PP para asegurar con sonrisitas de suficiencia que iban a absorber a Ciudadanos en una magna operación de reagrupamiento del centro-derecha cuyo último hito sería la disolución de Vox bajo las siglas peperas.

Más que un plan político, aquellos ensueños parecían una partida lisérgica de parchís. Ya saben, me como las fichas naranjas, tiro porque me toca y me meriendo también las pastillitas verdes. Un sindiós que Arrimadas no estaba dispuesta a tolerar y que en Génova, esa rúa del Percebe sin percebe al mando, creían factible porque en Cataluña Alejandro Fernández (gran candidato según el separatismo) había captado a Lorena Roldán, cuya aportación en votos fue perfectamente descriptible. El PP perdió hasta el escaño en Tarragona, de donde son Fernández y Roldán.

La respuesta de Arrimadas a las pretensiones de Casado y García Egea es una precipitada moción de censura en Murcia ideada en la sala de máquinas de la Moncloa. Precipitada porque ha trascendido antes que las que se estaban cociendo en Madrid y Castilla y León. En el caso de Madrid, la celeridad de Isabel Díaz Ayuso al convocar elecciones ha evitado el desastre que se puede consumar en Murcia si los seis diputados de Ciudadanos votan a favor de la moción. Según ha escrito en este mismo diario Pablo Molina, no está del todo claro que eso vaya a pasar. 

En Castilla y León, el ciudadano Francisco Igea, vicepresidente del Gobierno regional dirigido por Alfonso Fernández Mañueco, no parece implicado en el intento de asalto de Moncloa, por lo que a estas horas no es previsible que la moción triunfe. El PP confía en la distancia que separa a Igea y Arrimadas para salvar los muebles. Andalucía, donde también gobiernan en coalición populares y ciudadanos, es por el momento una incógnita. Vox pide elecciones para evitar que la región caiga en manos de la izquierda. Visto lo visto, sería lo más prudente.

El audaz golpe de Moncloa no ha salido como estaba previsto, entre otras razones, porque Arrimadas no controla su partido, que es como el Titanic pero sin orquesta. Sin embargo, tiene bastante más instinto que los dirigentes del PP que creían que sus homólogos de Ciudadanos se iban a pasar en masa a las filas genovesas, cuando es el PSOE quien tiene el poder y los recursos. Eso sí, era difícilmente imaginable que Arrimadas, vejada, insultada y escupida en los feudos de Puigdemont y Junqueras, se fuera a aliar con quienes permiten que el golpismo campe a sus anchas en Cataluña.

Sea como fuere, sobre el tablero se enfrentan Sánchez, un matador sin escrúpulos, y sus secuaces, de Ábalos a Cerdán pasando por Redondo, contra Pablito y Teodorín, ayunos de ideas y carentes de colmillo. Ese pedazo de campeón del viejo PP que fue Javier Arenas es una mezcla de Séneca y Maquiavelo comparado con García Egea. Y con eso está dicho todo. 

El PP puede volver a ganar en Madrid siempre que Casado y García Egea queden al margen de la campaña de la formación conservadora. No es en absoluto necesario que Casado trate de congraciarse con la izquierda y critique a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, que es lo que hizo en Barcelona para caer bien a los separatistas en una reedición del sorayismo. Ni que insulte a Vox, que es lo que hizo Alejandro Fernández para lograr dos palmaditas en la chepa del jefe de TV3 y de sus verdaderos rivales políticos. 

La presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha sido junto a Vox la única oposición digna de tal nombre con la que han topado Pedro Sánchez y Pablo Iglesias en su programa de destrucción de la democracia y de España. Retener la Comunidad de Madrid es crucial para frenar el avance de los amigos de Pablo Hasél y Carles Puigdemont, para impedir la dictadura de proetarras y rufianes, para mantener una mínima noción de libertad, una mínima posibilidad de prosperidad y una mínima idea de España. Es vital que Casado y García Egea se mantengan al margen de la batalla en ciernes, las elecciones autonómicas en Madrid, las más importantes para el futuro de España en décadas.

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