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Pablo Planas

Los apellidos vascocatalanes de Pablo Iglesias

Que dice que le faltan apellidos vascos y catalanes en el país de los Goirigolzarri, los Fainé, los Roures, los Garamendi, los Rosell, los Brufau...

Que dice que le faltan apellidos vascos y catalanes en el país de los Goirigolzarri, los Fainé, los Roures, los Garamendi, los Rosell, los Brufau...
Pablo Iglesias, durante la sesión de control al Gobierno en el Congreso. | EFE

El diario barcelonés La Vanguardia se ha convertido en un referente de Unidas Podemos, la formación liderada por Pablo Iglesias. Dos de sus periodistas más renombrados, Enric Juliana y Pedro Vallín, mantienen una fluida relación con el vicepresidente podemita desde mucho antes de la institucionalización del personaje, y las entrevistas que le practican acostumbran a incluir datos y pistas que no se hallan en otras.

Puede que nuestro macho alfa de la izquierda irredenta se encuentre a gusto con dichos informadores y en consecuencia se relaje y exprese aquello que en circunstancias normales se guardaría para sí por no hacer el ridículo o por no advertir de sus propósitos a sus rivales políticos. Sea como fuere, la última entrevista para el diario del conde de Godó data del pasado domingo y contiene declaraciones de ambos tipos, entre la estrategia y el delirio.

"Del plan de reconstrucción debería surgir una nueva élite empresarial", aseguraba Iglesias ante Juliana y Vallín. La revelación venía acompañada de una larga respuesta del líder podemita en la que atribuía un diseño de Estado centralizado a la alianza entre liberales e isabelinos en contra de los carlistas que había marcado la historia de España y buena parte de sus conflictos, así como determinado "quiénes eran las élites económicas y cuál era su lengua materna y cuáles eran sus prioridades geográficas".

Tras semejante resumen con premisas en su mayor parte erróneas, Iglesias se ufanaba ante Juliana y Vallín de las grandes posibilidades de la situación actual con las siguientes palabras:

Tenemos la oportunidad de una modernización que incorpore a emprendedores de ámbitos distintos a los tradicionales. Lo que nos estamos jugando es algo muy grande. El otro día, el presidente dio una conferencia, a la que yo asistí, ante los principales apellidos del poder empresarial en España, y a mí me faltaban más apellidos catalanes y vascos. Tenemos la oportunidad de que sectores que se han visto históricamente ninguneados por el poder de Madrid se incorporen a un proceso que está lleno de oportunidades.

Ojo. Que dice que le faltan apellidos catalanes y vascos y no era un homenaje a las infectas películas sino una consideración "económica" del vicepresidente segundo, sentado en la citada conferencia a pocos metros de José Ignacio Goirigolzarri y de Isidre Fainé, protagonistas de la más importante fusión bancaria de las últimas décadas. Y lo dice el patrocinado de Jaume Roures, dueño del fútbol en España, un país cuya patronal está dirigida por Antonio Garamendi Lecanda, del mismo Guecho, sucesor de Juan Rosell Lastortras, un barcelonés de pro. Hay más, claro, Brufau, Oliu, Imaz, Andik, Crehueras, la familia Sendagorta, Aristrain de la Cruz, los Delclaux, los Lara, los Carulla, Sol Daurella, etcétera, etcétera.

La tesis de que el poder económico en España es solamente madrileño es un error tan grosero que al propio Iglesias no se le debería escapar, entre otras razones por la manía que profesan él y su partido al hombre más rico del país, el gallego Amancio Ortega. Pero da igual. Iglesias habla y habla y tira millas porque en España se considera filósofos a los entrenadores de fútbol y él es tenido por un tremendo intelectual. Otra cosa es que cada vez que hable suba el pan o sea capaz de decir una cosa y la contraria. No de otro modo se puede entender que el tipo manifieste que hay que aprovechar el reparto de los fondos europeos para crear una clase de nuevos ricos afecta al poder socialcomunista para luego añadir en la misma entrevista:

El problema es que la manera en que se ha construido el poder del Estado en España históricamente ha hecho en buena medida que el éxito empresarial dependiera de la cercanía con el poder político y de la gran concesión administrativa, que muchas veces estaba informada por principios corruptos.

Claro que ahora los principios corruptos de la "nueva élite empresarial" serán los suyos, informados por las fértiles experiencias bolivarianas en materia de expropiaciones y concesiones. Pero, eso sí, con muchos muchos catalanes y vascos para que los separatistas estén contentos.

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