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Pablo Planas

¿No a la guerra?

Están en contra del envío de armas a Ucrania. Prefieren dar facilidades a Putin.

Están en contra del envío de armas a Ucrania. Prefieren dar facilidades a Putin.
Manifestación contra la OTAN en Sol | EFE

Con frívola despreocupación la izquierda y hasta una parte de la derecha desempolvan las viejas pancartas del "No a la guerra". Es la consigna moral del momento. Claro, no a la guerra porque ¿quién va a estar a favor de la guerra? Sin embargo, ese repudio tiene más que ver con la OTAN que con la potencia invasora. Quienes con mayor solemnidad entonan este "No a la guerra" esperan que los soldados y los civiles ucranianos depongan rápido las armas, o no dudarán en culpar a Ucrania de un derramamiento de sangre inútil. También se muestran muy sensibles a los argumentos putinescos sobre la expansión de la referida Alianza Atlántica, y no esperaban tener que preocuparse en demasía sobre la duración de la guerra. Creían que su admirada Rusia se impondría por aplastamiento. Aunque lo que de verdad creían y sostenían es que Putin no invadiría Ucrania.

Consumado el ataque, el primer santo y seña fue decir que lo de Putin era imperialismo zarista. O sea que en vez de estar ante un ex agente del KGB estamos en realidad ante el último Romanov. Ahora subrayan que Europa abre los brazos a las mujeres y los niños que huyen de la barbarie rusa pero cerró las puertas a los sirios. Es como si prefirieran que la Unión Europea fuera coherente con su pasado y dejara colgada a la población ucraniana. Se lamentan además de las sanciones económicas de Occidente porque impactarán en el pueblo ruso. Sin embargo, pasan por alto que lo impacta en el pueblo ucraniano son bombas y tiros. Están en contra del envío de armas a Ucrania. Prefieren dar facilidades a Putin.

Esa izquierda y sus artistas han demostrado además una gran habilidad para principiar y concluir que la culpa es, como siempre, de la extrema derecha. Primero difundieron la especie fabricada por el Kremlin de que Ucrania estaba plagada de neonazis. Ahora dicen que el problema son las conexiones de la extrema derecha europea con Putin. Pero puestos a mentir, nadie como los separatistas. He ahí a ese Junqueras diciendo que España es como Rusia y trata peor a los catalanes que Putin a los ucranianos. Y a su lado Otegi, el exterrorista, asintiendo y añadiendo que "somos la nación del 'No a la OTAN', somos partidarios de la paz y estamos a favor de las soluciones diplomáticas". Y estos son los socios de referencia de Pedro Sánchez, que gobierna con Podemos.

De modo que el buen izquierdista ya dispone del manual de propaganda que corresponde a la condición de tontos útiles de la nueva Unión Soviética. Primero, "No a la guerra". Luego, criticar al presidente de Ucrania, Zelenski, por no capitular. Después, culpar de todo a Vox. Acto seguido, hablar de los refugiados sirios y no de los ucranianos. Y para concluir, como partidarios de la autodeterminación de los pueblos, sostener sin sonrojo que este país que indulta a los golpistas, España, sí, es como la Rusia que asesina a los opositores. Su "No a la guerra" es en realidad un reproche contra los ucranianos que han decidido defenderse. ¿No a la guerra? ¿Y si te invaden, qué? Están a la altura moral de un Borrell ponderando la expulsión del Festival de Eurovisión como una reacción de "impacto social" ante las atrocidades rusas en Ucrania.

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