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Pedro de Tena

Meditación sobre los talibanes seculares españoles

Quedo a la espera de una teología talibana de la liberación que asuma el comunismo como la forma ideal de organización social islámica.

¿Qué es, esencial, secular y civilmente, un talibán? Una persona que tiene un determinado comportamiento vital que se resume, no exhaustivamente, en estas notas:

– Define lo real de manera dogmática y definitiva.
– Tal definición es ajena a las pruebas de la razón, la ciencia y la experiencia histórica.
– La libertad no existe o consiste exclusivamente en obedecer esa definición.
– La única manera posible de que todos los seres humanos sean felices, lo sepan o no, lo quieran o no, es aceptar su definición.
– El destino del mundo es ser unificado y organizado según tal definición de la realidad.
– Para defenderla está dispuesto a matar a cualquier persona que disienta.
– Es capaz de morir para confirmar la determinación de su sumisión a su creencia.

En diferentes épocas, podemos encontrar talibanes en todos los credos religiosos y políticos, que son los que abiertamente pretenden definir y organizar la vida de las personas en su conjunto. Muy lentamente, pero muy desde el principio, las iglesias cristianas prefirieron el razonamiento intelectual y la convicción personal a la imposición violenta y aceptaron que sus definiciones no podían estar a espaldas de la ciencia y la experiencia. De su experiencia sobre el error de la intolerancia, con los ríos de sangre que causó, nació y se desarrolló la democracia (no es extraño que entre los fundadores de la Europa unida y democrática haya dos en proceso de beatificación, Schumann y De Gasperi) y su principio de la libertad personal, que está en el origen de su concepción del alma y su posibilidad de desobediencia al mismo Dios.

Desde el siglo XIX fue cuajando en España un comportamiento semejante al talibán, que fue contagiando a todas las ideologías, para las cuales, con escasas excepciones, se trataba de imponer su visión de la realidad a todos los demás, sin espacio alguno para una patria compartida con reglas consensuadas de acceso al Gobierno que evitasen los actos de fuerza, los pronunciamientos, los golpes de mano o los atentados terroristas. La apoteosis del talibanismo político y religioso condujo a una guerra civil descarnada y terrible de la que sobre todo sus perdedores parecen no haber aprendido nada sustancial.

Mientras los vencedores, con excepciones insignificantes, admitieron la necesidad de la convivencia con base en la tolerancia y organizaron una transición desde una dictadura que desembocó en la democracia constitucional que hoy vivimos, afortunadamente, a pesar de sus defectos y desviaciones, los perdedores, sobre todo los sectores hoy dominantes en los socialistas, los comunistas y los nacionalistas, siguen amparando y/o defendiendo comportamientos característicamente talibanes, salvo en eso de morir por la causa, que es bien incómodo.

De todos ellos, el comportamiento del separatismo vasco y sus ETAlibanes ha sido el más cruel y violentamente parecido. ¿En qué se diferencia la conducta de un verdugo talibán de Kabul de un asesino ETAlibán de Rentería o de Bilbao? En que ETA no televisó la agonía de Miguel Ángel Blanco, los balazos a Fernando Buesa o la tortura de Ortega Lara, mientras los islamistas exhiben sin pudor sus crímenes. Ambos han ejecutado a muchas personas por el mero hecho de no creer en sus creencias. Pero mientras el mundo democrático se horroriza ante las decapitaciones en directo de los islamistas, calla, silencia e incluso aplaude las ejecuciones de ETA, permitiendo a sus asesinos andar libremente por las calles europeas. Lo de ignorar la pertenencia a ETA de Josu Ternera ha sido vomitivo.

Pero junto a esta ETAlibania que sigue bien viva en el País Vasco, homenajeando a sus etalibanes sin curación visible de su enfermedad moral arano-comunista, irradia su talibanismo civil hacia Catalibania y Galibania, en Cataluña, Baleares y Galicia, con menos muertos pero idénticos dogmas sobre la imposición y la muerte física o civil, de los adversarios. Hasta en el sur se fraguan andalibanes.

La entrevista del biempagao Rufián a la pringada devota del terrorista Otegui, albergando y extendiendo en Cataluña la idea de que matar a Vox es necesario para defenderse (pero, por favor, ¿a quién ha matado o torturado o meramente zarandeado Vox?,) muestra cómo la mentira y el fanatismo intransigente y violento no han sido desterrados de España. Al contrario, el talibanismo secular está prendiendo, gracias a un PSOE que le da legitimidad, en las nuevas generaciones, que se nutren de la barbarie primaria en las redes sociales y de la ignorancia amparada en el sistema educativo.

Tan es así que no es de extrañar que los comunistas chinos, como algunos españoles, hayan comprendido que entre sus dogmas y los de los talibanes afganos y los islamistas radicales hay vasos comunicantes evidentes, que pueden hacerlos compañeros de viaje durante una larga travesía. Quedo a la espera de una teología talibana de la liberación que asuma el comunismo como la forma ideal de organización social islámica. Al final, ya se sabe, sólo puede quedar uno. Les aseguro que dará igual que tenga barba o no.

En España

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