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Salvador Ulayar

Incoherencias inquietantes

En el mínimo acto de la Carrera de San Jerónimo, Bono negó la palabra a los dizque homenajeados, redondeando así su infumable carácter.

El Congreso de los Diputados que votó negociar con asesinos y que no ha tenido a bien desdecirse organiza un homenaje anual a los asesinados. Toma coherencia. Lamentable fue el de 2010. Siniestro el de hace pocos días. El Tribunal Constitucional, politizado hasta el escándalo por las cuotas partidarias, se arrogó funciones que no le corresponden. Tiró a la papelera pruebas con las que el Supremo sentenció que Bildu es un manejo de la ETA para colarse en las instituciones y les franqueó el paso. Negocian, manipulan lo sagrado y luego te dan un homenaje. La inmensa mayoría de asociaciones de víctimas no acudieron. Sí lo hicieron algunos ingenuos, más las impulsadas por Peces-Barba con el fin de dividir a los colectivos. Llamativo lo dicho por Manjón: no encontró razones para no acudir. Con motivo del 11-M, matanza terrorista cuyo esclarecimiento en puntos clave nada importa a la corrección política, Manjón lanzó en 2004 su temprana conclusión de que Aznar es un asesino. Y se lo llamó a gritos. Pero nunca ha gritado tal epíteto a los batasunetarras. Ni ha asistido a protestas contra la negociación con la banda. Llegó a poner en duda las historias que víctimas de la ETA le contaron sobre los años de plomo. A Otegi, "el gordo" en el argot, y a su pandilla no les grita. Pero a Aznar, a quien quiso matar la ETA para amedrentarnos a todos, a quien hizo un espléndido trabajo contra la banda, a ese sí. Coherencia. En el mínimo acto de la Carrera de San Jerónimo, Bono negó la palabra a los dizque homenajeados, redondeando así su infumable carácter. Ante las evidentes y evidenciadoras ausencias de las víctimas, la tercera magistratura del Estado repuso que no fue el Congreso el que legalizó Bildu. Gracias a que el edificio de la alta institución amortigua el sonido a base de tapices y moqueta, las carcajadas provenientes de las sedes pro-etarras no llegaron a resonar en el hemiciclo.

En Navarra levanta ilusiones el entendimiento entre UPN y PSN para la gobernanza. No seré yo quien reste optimismo, por descontado. Pero ello no está reñido con la aconsejable costumbre de mantener los ojos abiertos. Los motivos expuestos por los socialistas para no acordar un Gobierno alternativo se resumen en que Bildu no pide la disolución de la ETA. Si mañana lo verbaliza incluso con falsedad y sin arrepentimiento, ¿pelillos a la mar y marcharían de su brazo junto a NaBai, coalición con la que dijeron compartir lo gordo del programa? Alguien dirá tal vez que esas son estrategias y tal. Nos acostumbramos a que la simulación y en ocasiones directamente la mentira sean plenamente aceptables. Pero hay cosas con las que no se debe jugar. Es preciso reivindicar el valor político de la verdad, que obliga a la coherencia, esa espléndida pedagogía. Si uno lee el acuerdo que el PSN que gobierna Navarra con UPN ha alcanzado con Bildu en la localidad de Larraga... da para pensar. Los socialistas intentaron quitarle trascendencia declarando que en el pueblo no iban a hacer "política". ¿Qué cosa será eso según ellos? El referido "Acuerdo del PSOE-Bildu en Larraga (2011-2015)", presumiblemente impregnado del antedicho propósito de no hacer "política", arranca con ¡nítidas declaraciones políticas! Amén de denunciar, sí, el PSN, la conculcación de un derecho falso: vivir en euskera. La idolatría idiomática. Y el programa de Bildu, del que les pongo una perla, resulta esclarecedor. Dicen los angelitos: "Por ser abertzales y de izquierdas nos desalojaron de los Ayuntamientos (sic). (...) No hemos cambiado. Nos presentamos siguiendo nuestra trayectoria..." y tal. Confesión de parte. Oiga, y siniestramente coherente.

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