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Santiago Navajas

Ucrania, capital: Ceuta

Pablo Iglesias es pro Putin y cualquier cosa para desestabilizar a las democracias occidentales.

Pablo Iglesias es pro Putin y cualquier cosa para desestabilizar a las democracias occidentales.
El agitador comunista Pablo Iglesias. | EFE

Cabe objetar qué se nos ha perdido a los españoles en Ucrania para enviar tropas e iniciar un posible enfrentamiento con Rusia. Para empezar, podemos defender que se nos han perdido Ceuta y Melilla. Un poco más allá, las Canarias. En un mundo globalizado en el que la geoestrategia llega al Metaverso, las fronteras españolas no empiezan en los Pirineos, el Mediterráneo y el Atlántico y llegan al Mar Negro, el Mar Amarillo y los Urales.

Si en Ucrania están preocupados, en Taiwán ni les cuento (y en Ceuta y en Melilla podrían poner sus barbas a remojar). Los primeros que digan que Putin y Xi Jinping son hombres de paz, esos son los traidores. La UE está bien, pero es necesario crear una política geoestratégica independiente de los anglosajones (EEUU junto con Reino Unido, Australia y demás mirarán por sus intereses y nos abandonarán ante los rusos y chinos), respaldada por un ejército europeo. O eso o la intrascendencia. Y la dependencia y el sometimiento.

La Comisión Europa ha publicado La brújula estratégica de la Unión Europea, donde plantea que la UE "aprenda a usar el lenguaje del poder". Usar el lenguaje del poder es fácil. Lo difícil es aprender a usar el poder: la fuerza y la violencia para defender tanto los intereses como las necesidades y los valores.

En una época de competencia estratégica y de complejas amenazas a la seguridad, los conflictos y las fuentes de inestabilidad se multiplican en nuestra vecindad y fuera de ella. Nos enfrentamos a crecientes amenazas híbridas, ciberataques y manipulación extranjera de la información. Los océanos, el espacio exterior y la esfera digital son cada vez más importantes para nuestra prosperidad y bienestar, pero las normas que rigen su acceso son cada vez más controvertidas.

La cuestión de fondo: ¿están dispuestos los europeos a defender sus valores mediante el uso de la fuerza? A la UE habría que darle el Premio Nobel de la Paz. Pero como nos enseñaron Carl Schmitt, Winston Churchill y John Ford, la Paz no se defiende pacíficamente. Durante la Segunda República existía un Ministerio de la Guerra, ahora Ministerio de Defensa. En realidad, cuando se dice "No a la guerra" se está defendiendo "No a la defensa y a la seguridad". Que Europa no tenga capacidad de respuesta militar es tan absurdo como peligroso. Por eso es que Pablo Iglesias defiende:

​​Ni pro Rusia, ni pro Estados Unidos, hay que ser pro Paz. ¿Qué tiene que ganar Europa en una guerra? ¿Por qué soldados españoles tienen que morir en Bulgaria?

Felipe González podía ser anti OTAN pero prefería Nueva York a Moscú. Pablo Iglesias es pro Putin y cualquier cosa para desestabilizar a las democracias occidentales.

El siglo XXI va a ser imperial, con Estados Unidos, China y Rusia repartiéndose el mundo. Extremo Oriente va a ser para China. Asia Central y Europa Oriental para Rusia. La Commonwealth para EEUU. El resto se lo repartirán entre los tres imperios. ¿Incluida Europa Occidental? Si no reaccionamos, y con un poco de suerte, caeremos bajo el imperio USA. Paradójicamente, la UE es nominalmente un gigante económico y militar comparado con Rusia. El PIB de la UE se eleva a 13.590.491 millones de euros, el 22% de la economía mundial (el de Rusia es de 1.293.052 millones, similar al de España, que es de 1.121.948 millones). Y sus Fuerzas Armadas tienen un presupuesto de 297.000 millones de euros (las de Rusia, de 55.128 millones; las de España, de 15.730 millones).

Sin embargo, la voluntad de poder de Putin es incomparable con la de los dirigentes europeos, tecnócratas hedonistas al borde siempre de un ataque de retórica populista pseudohumanista.

¿Qué futuro tiene Europa cuando el presidente de uno de sus Gobiernos defiende la supresión del Ministerio de Defensa y dedicar su presupuesto a la ayuda al desarrollo? Eso es lo que dijo Pedro Sánchez siendo el líder de la oposición. En realidad, habría que reducir la ayuda al desarrollo para crear un Ejército europeo que temblasen Putin, China, Irán y el Misterio. Pero tengamos también en cuenta los intereses de España. Intervenir en Ucrania pasa por exigir que los demás países europeos también se impliquen en un posible conflicto con Marruecos por nuestra soberanía, en una situación en la que no sería extraño que EEUU no quisiera involucrarse por los vínculos que está estableciendo el rey Mohamed VI. Y, ya puestos, en otro con respecto al Reino Unido y Gibraltar.

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