Ahora que los demócratas se han recuperado del shock producido por la selección de la gobernadora Sarah Palin como candidata republicana a la vicepresidencia de Estados Unidos, han descubierto de repente que su falta de experiencia en general, y especialmente en política exterior, es un peligro terrible para alguien separada por apenas un latido de corazón de la presidencia de Estados Unidos.
Para aquellos que se contentan con eslóganes, no hace falta analizar más allá. Pero para quienes el fondo de las cosas todavía importa este es un argumento increíble, especialmente viniendo de aquellos cuyo candidato presidencial posee incluso menos experiencia en un cargo público que Sarah Palin, y ninguna en política exterior. Además, si el senador Barack Obama es elegido, a él no le separará un latido de corazón de la presidencia, pues él sería el latido de la presidencia; él sería el responsable de la política exterior.
Pero la gran consigna de la campaña demócrata es que el candidato vicepresidencial de ese partido, el senador Joe Biden, tiene años de experiencia en política exterior como miembro, y ahora presidente, del Comité de Relaciones Exteriores del Senado. Eso depende de la definición que se le dé al término "experiencia".
Antes de que entremos de lleno en el asunto, debemos destacar no obstante un dato muy simple: ningún gobernador ha tenido jamás experiencia en política exterior antes de convertirse en presidente –ni Ronald Reagan, ni Franklin D. Roosevelt, ni ningún otro–. Salvo un secretario de Estado o de Defensa, es difícil saber cuánta gente pudo haber tenido algún tipo de experiencia en política exterior antes de llegar a la Casa Blanca. El último secretario de Guerra (la antigua denominación de los secretarios de Defensa) en alcanzar luego el cargo de presidente de Estados Unidos fue William Howard Taft, hace cien años. El último secretario de Estado en convertirse en presidente de Estados Unidos fue James Buchanan, hace siglo y medio. El primer presidente Bush había sido jefe de la CIA, algo que ciertamente le proporcionó muchos conocimientos sobre lo que sucedía en todo el mundo, aunque no fuera una experiencia suficiente para tomar decisiones sobre la política exterior del país.
Los años de servicio del senador Joe Biden en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado son algo incluso más alejado de lo que constituye la verdadera experiencia en política exterior. El senador ha tenido un asiento de primera fila como observador de la misma. Pero Biden no ha tomado ninguna decisión en asuntos de este tipo y asumido las consecuencias. La diferencia entre ser un espectador o un participante que asume la responsabilidad de las consecuencias de lo que dice y hace es fundamental. Se pueden leer libros sobre delincuencia o ir a conferencias de criminólogos, pero eso no se traduce en experiencia real sobre la misma, a menos que se haya sido delincuente o policía.
Aunque yo haya servido en el Cuerpo de Marines, no tengo ninguna experiencia militar significativa. Lo más cerca del combate que estuve alguna vez fue cuando me designaron como fotógrafo de las maniobras de la segunda División de los Marines en Camp Lejeune (Carolina del Norte). Fue una experiencia fotográfica, nunca militar. Si alguien me diera un cargo político en el Pentágono, no tendría la más mínima idea sobre qué debo hacer.
El hecho de que el senador Joe Biden haya escuchado durante años a todo tipo de gente rindiendo testimonio sobre cualesquier asuntos de política exterior no nos dice nada sobre su comprensión de los temas allí tratados. De los cuatro candidatos a la presidencia y a la vicepresidencia, sólo la gobernadora Palin ha tenido que tomar decisiones ejecutivas y vivir con sus consecuencias.
En cuanto al senador Obama, sus diversas manifestaciones sobre política exterior han sido tan inmaduras como presuntuosas. Obama ha hablado públicamente de emprender acciones militares contra Pakistán, uno de nuestros pocos aliados islámicos y una nación con armas nucleares. Su primera respuesta ante la invasión rusa de Georgia fue exhortar "a todas las partes" a negociar un alto el fuego y llevar sus diferencias a la ONU. Éste es el típico discurso progresista sobre el que el propio Obama llegó a tener sus dudas después de que el senador John McCain diera una respuesta más madura.
Todos deberíamos pensárnoslo dos veces a la hora de juzgar qué es y qué no es "experiencia" en política exterior.