En general, en la sociedad no está bien visto decir palabra malsonantes, más comúnmente conocidos como tacos. El uso de ciertas palabras se asocia a falta de educación y respeto. Por ello, la gente evita utilizar palabras vulgares, sobre todo en lugares públicos o en entornos formales como el trabajo. Sin embargo, un nuevo estudio afirma que este tipo de expresiones son necesarias y beneficiosas.
Los investigadores de este nuevo estudio son Stephens, profesor de la Universidad de Keele, y Olly Robertson, investigadora de la Universidad de Oxford. Ambos afirman en el estudio Maldecir como respuesta al dolor: evaluación de los efectos hipoalgésicos de decir groserías que decir palabrotas puede generar una mayor tolerancia al dolor y un aumento significativo del umbral del dolor.
¿Cómo se realizó el experimento?
La investigación se realizó con un grupo de ambos sexos y diferentes nacionalidades. En el primer experimento, de voluntarios de habla inglesa, se les propuso a los participantes introducir las manos en agua helada y permanecer el mayor tiempo posible. La mitad del grupo debía repetir de forma reiterada una palabrota, mientras que la otra mitad solo podía utilizar vocabulario políticamente correcto para quejarse.
El resultado fue bastante sorprendente. Los miembros que podían decir tacos aguantaron más tiempo. Los hombres estuvieron con las manos sumergidas una media de 44 segundos y las mujeres 37 segundos. En ambos casos, tanto hombres como mujeres, cuando se les pidió describir cómo había sido el grado de dolor, explicaron que la intensidad del dolor experimentado era más leve que las del otro grupo.
Después, este mismo experimento se repitió, pero con personas de otras nacionalidades. Los japoneses, miembros de una cultura muy diferente a la occidental, también demostraron que sacar el dolor a través de los tacos es un método muy eficaz. En este caso, los individuos que podían decir palabrotas aguantaron un 75% más que los que simplemente trataban de soportar el dolor en silencio o manteniendo las formalidades, lo que demuestra que decir tacos en determinadas situaciones es un alivio universal. Robertson determina que es "una herramienta que trasciende la cultura, una herramienta arraigada en nuestra biología".
Un segundo experimento, esta vez de resistencia, generó resultados similares. Los voluntarios debían subirse a una bicicleta y resistir el máximo tiempo posible. Además, debían ir aumentando el ritmo de las pedaladas a medida que la prueba avanzaba. Al final del experimento, se comprobó que las personas que usaban "malas expresiones" realizaban la prueba con mejores resultados.