L D (EFE)
Un toro que quedó rezagado ha llenado de emoción y peligro, con sus despistes y numerosos derrotes hacia los mozos, el octavo y último encierro de los Sanfermines 2003, que concitó a muchos menos corredores que en días anteriores.
Tras los tres cánticos para pedir la protección al santo, la manada partió a las 8:00 horas de los corralillos de Santo Domingo agrupada y encabezada por los mansos, que arropaban a los bureles de esta ganadería habitual ya en Pamplona, donde lleva viniendo 18 años con fama de protagonizar peligrosos encierros. Nada más producirse el encuentro con los mozos, uno de los "torrestrella" se adelantó y, abriéndose peligrosamente hacia la derecha, tomó el mando de una carrera que discurrió veloz por este tramo.
Después de pasar sin incidencias por la plaza del Ayuntamiento, en Mercaderes uno de los astados propinó a un mozo lo que pareció un puntazo, a la espera de la confirmación de los servicios sanitarios. En la curva de acceso a Estafeta volvió a repetirse el peligro cuando, después de que un toro chocara contra el vallado, dos corredores fueran arrollados por la manada y se formara un pequeño montón.
Con un toro negro en cabeza enfiló la calle Estafeta una manada muy fragmentada que cerraba un toro sardo que definitivamente se descolgó de sus hermanos y creó en el resto del recorrido los momentos de mayor peligro al mostrar un destacado despiste. En numerosas ocasiones este toro se paró, se volvió y arremetió contra algunos de los corredores que intentaban llevárselo no sin problemas a punta de periódico. Por delante se dirigían ya hacía Telefónica tres toros negros, uno de ellos en cabeza, un cuarto suelto y el quinto, también sardo, con los cabestros por detrás.
Mientras la carrera de todos estos transcurría sin aparentes problemas, el sardo rezagado se cebó al final de Estafeta con un mozo que al parecer pudo ser empitonado, situación que se volvió a repetir con otros dos en el callejón de acceso a la plaza de toros aunque en esta ocasión con mejor suerte. Cuando los cuatro primeros toros entraron en chiqueros, el quinto se resistió a hacerlo y mientras hacía el amago de volverse sobre sus pasos arrolló a un mozo, al parecer sin consecuencias. Finalmente fue conducido a punta de capote a los chiqueros.
El despiste que el sexto toro mostró durante prácticamente todo el recorrido volvió a repetirse sobre la arena del coso, donde uno de los dobladores incluso llegó a perder su capote en el esfuerzo por introducirlo en los corrales, hasta donde definitivamente entró.
Tras los tres cánticos para pedir la protección al santo, la manada partió a las 8:00 horas de los corralillos de Santo Domingo agrupada y encabezada por los mansos, que arropaban a los bureles de esta ganadería habitual ya en Pamplona, donde lleva viniendo 18 años con fama de protagonizar peligrosos encierros. Nada más producirse el encuentro con los mozos, uno de los "torrestrella" se adelantó y, abriéndose peligrosamente hacia la derecha, tomó el mando de una carrera que discurrió veloz por este tramo.
Después de pasar sin incidencias por la plaza del Ayuntamiento, en Mercaderes uno de los astados propinó a un mozo lo que pareció un puntazo, a la espera de la confirmación de los servicios sanitarios. En la curva de acceso a Estafeta volvió a repetirse el peligro cuando, después de que un toro chocara contra el vallado, dos corredores fueran arrollados por la manada y se formara un pequeño montón.
Con un toro negro en cabeza enfiló la calle Estafeta una manada muy fragmentada que cerraba un toro sardo que definitivamente se descolgó de sus hermanos y creó en el resto del recorrido los momentos de mayor peligro al mostrar un destacado despiste. En numerosas ocasiones este toro se paró, se volvió y arremetió contra algunos de los corredores que intentaban llevárselo no sin problemas a punta de periódico. Por delante se dirigían ya hacía Telefónica tres toros negros, uno de ellos en cabeza, un cuarto suelto y el quinto, también sardo, con los cabestros por detrás.
Mientras la carrera de todos estos transcurría sin aparentes problemas, el sardo rezagado se cebó al final de Estafeta con un mozo que al parecer pudo ser empitonado, situación que se volvió a repetir con otros dos en el callejón de acceso a la plaza de toros aunque en esta ocasión con mejor suerte. Cuando los cuatro primeros toros entraron en chiqueros, el quinto se resistió a hacerlo y mientras hacía el amago de volverse sobre sus pasos arrolló a un mozo, al parecer sin consecuencias. Finalmente fue conducido a punta de capote a los chiqueros.
El despiste que el sexto toro mostró durante prácticamente todo el recorrido volvió a repetirse sobre la arena del coso, donde uno de los dobladores incluso llegó a perder su capote en el esfuerzo por introducirlo en los corrales, hasta donde definitivamente entró.
