¡Qué bonito!, les cuento una historia que me pasó a mi. Parece banal, pero ha sido el momento más bonito de mi carrera como enfermero.
Me llamaron porque una niña de unos dos años había metido los deditos de su mano derecha entre la jamba y la puerta, no los podía sacar y si se movía la puerta (muy ajustada) se los podía cortar. En momentos así los más importante es el orden y la calma. Conseguí liberar a la niña sin ninguna lesión y le dije -anda, vete con mamá, y a la madre, con cierta agitación comprensible le dije - ahora abrázala, que está muy estresada. Pero la niña, que casi no hablaba, primero vino hacia mi y me dijo con su media lengua entre pucheros -"gachias", ¡ qué bonito !.
Un niño no es un animal, claro, pero esta nena era tan pequeñita que uno no hubiera esperado esa reacción. Pero demostró se daba cuenta de todo.
Si el gobierno fuera como este animal otro gallo nos cantaría.
Este loro tiene un cociente intelectual mucho mayor que el analfabeto Pepiño Blanco. Jajajajaja