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¿Quién es el padre Luna, obsesionado con Satanás, acusado de abusos y apartado por "conductas inmorales"?

El sacerdote —que llegó a Granada en 2012— se marchó de forma apresurada en julio de 2024, tras una llamada al orden del Vaticano.

El sacerdote —que llegó a Granada en 2012— se marchó de forma apresurada en julio de 2024, tras una llamada al orden del Vaticano.
El padre Luna en la parroquia del Santo Custodio, en Granada. | Redes Sociales

La Santa Sede sigue muy de cerca la investigación canónica abierta por el Arzobispado de Granada sobre la situación de la Iglesia del Santo Ángel Custodio, cuya gestión se encomendó al Instituto del Verbo Encarnado en 2010, ante las quejas de feligreses que denuncian "abuso, manipulación y uso indebido de dinero". El padre Héctor Andrés Luna, que aterrizó en la parroquia en 2012, se marchó el pasado mes de julio tras ser apercibido por Roma.

El religioso, que pasó por varios países antes de asentarse en España, podría haber mantenido "conductas sexuales inapropiadas" con algunas feligresas. Así lo asegura una plataforma de presuntos afectados por los abusos de la congregación —entre ellos, muchos exmiembros de la misma— que informó en primicia de la investigación iniciada en la parroquia granadina que después confirmó el Arzobispado.

Según se explica en el blog, el padre Luna habría estado "intercambiando fotos de alto contenido sexual mientras estaban en oración frente al Santísimo" e incluso llegó a "confesar a sus propias víctimas después de haber tenido relaciones con ellas". De ahí que fuese apartado —aseguran— por "conductas inmorales graves". Aunque no todas las denuncias iban en este sentido.

El periódico Ideal ha publicado una serie de testimonios de fieles que acusan a la orden de "exprimirles" económicamente y al sacerdote de estar "obsesionado con el demonio, con los oscuro y las prácticas satánicas". Uno de los episodios hacer referencia a un supuesto exorcismo que habría realizado durante una misa de domingo, ante la atenta mirada de quienes habían acudido a la homilía.

Todos ellos datos inquietantes que nos llevan a preguntarnos quién es el religioso argentino y qué hizo antes de llegar a nuestro país. Él mismo realiza un perfil bastante amplio en una entrevista publicada en 2019 por el Arzobispado de Granada. El párroco explica que encontró la vocación a los 18 años, durante una noche de fiesta en una discoteca. Y que nunca antes había pensado en dedicarse al sacerdocio. Gran apasionado del deporte —particularmente del fútbol— y las artes marciales, "quería ser militar".

Vocación tardía

Según cuenta Luna a su interlocutora —María José Aguilar, del Secretariado de Medios de Comunicación Social del Arzobispado de Granada— en la entrevista, "no me acercaba a la Iglesia para nada aunque había recibido los sacramentos de iniciación cristianos". Cuando tenía 13 años, su padre falleció y comenzó a "vivir en caída libre".

Su conversión fue a los 18 años, "cuando quise confesarme" y "no pude decir ni una palabra del dolor y arrepentimiento tan fuerte que sentía por mis pecados". Vio la luz "en una discoteca". "De pronto Dios me dio la comprensión de que si seguía así mi alma se perdería" y "volví a ir a la Iglesia".

De Ecuador a Granada

Es entonces cuando inicia un "proceso de búsqueda de mi vocación". Duró varios años, explica, hasta que fue a la Basílica de Luján y entró en el Camarín de la Virgen. Allí fue donde "entendí que mi llamada era a la vida misionera". En el Instituto del Verbo Encarnado, añade, entró en 1987 para estudiar filosofía y teología.

Desarrolló su labor pastoral en países como Perú, Argentina, Chile y Ecuador. LLegó a España en 2012, para servir en la parroquia de Santo Ángel Custodio de Granada. En Europa —comenta en la entrevista— "la gente tiene muchas más cosas materiales" pero "hay un gran desierto vital en el corazón de la gente". "Veo muchos más rostros tristes aquí".

Su concepto de castidad

Su mayor desafío "está en mi interior", reconoce a preguntas de su entrevistadora sobre la vida sacerdotal. Cuando le pide una reflexión acerca de si tiene sentido vivir en castidad y celibato en los tiempos que corren, él da una respuesta curiosa (y bastante ambigua): "Sí. Dios da la gracia, aunque es una lucha entre el espíritu y la carne. Es importante entender la castidad como signo de fecundidad".

"Gran cantidad de jóvenes hoy santos han sido muy fecundos, la castidad es lo que más te hace ser padre", añade. "Yo soy sacerdote y soy padre espiritual. La castidad es amar a Dios con libertad y con un corazón sin divisiones", dice sin hacer alusión alguna a la ausencia de relaciones sexuales. "Tenemos una esposa, es la Iglesia. Es una vocación de plenitud y realización".

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