
Coincidiendo con el Día de la Prevención de Desastres Volcánicos, las autoridades de la ciudad japonesa de Tokio han difundido un video generado con Inteligencia Artificial (IA) que simula y evalúa lo que ocurriría si el Monte Fuji entrara en erupción, con el objetivo de que la población planifique medidas que le permitan protegerse si sucede.
【富士山が噴火したら、どうすればいいの?】
— 東京都 防災 (@tokyo_bousai) August 26, 2025
8月26日は火山防災の日です。富士山が噴火した場合の影響や必要な対策について学び、日ごろから備えることが、あなたや大切な人を守ります。
▼対策の詳細や火山灰による被害については下記の特設サイトをご覧ください。https://t.co/pBsqZ0iFBy pic.twitter.com/g9srfvcs7b
"El momento puede llegar sin previo aviso", advierte la voz en off a pesar de que la última vez que el Fujisan —como le llaman los japoneses— expulsó material al exterior, en 1707, la erupción estuvo precedida por un gran terremoto de 8,6 puntos de magnitud —49 días antes— que provocó tsunamis devastadores y se cobró millones de vidas.
El seísmo se registró el 28 de octubre y el volcán entró en erupción el 16 de diciembre de manera explosiva. Durante dos semanas, el Monte Fuji expulsó a la atmósfera más de 800 millones de metros cúbicos de ceniza y tefra (fragmentos de roca volcánica), tiñendo de gris desde Yokohama hasta Tokio.
Tomando como referencia esta última erupción —la tercera desde que hay registros—, el mencionado video alerta de que se podrían acumular más de 5 centímetros de ceniza en apenas dos días que llegarían hasta el barrio de Shinjuku —centro comercial y administrativo de Tokio—, a 90 kilómetros de distancia, y tendrían un impacto nocivo en la salud de los ciudadanos.
Aun suponiendo que —como en 1707— la próxima vez que el Monte Fuji entre en erupción tampoco expulse lava, las autoridades advierten de que las cenizas podrían producir el colapso de las casas de madera y daños en las infraestructuras que provocarían cortes en el suministro de los servicios básicos (electricidad, agua y comunicaciones) y también en los transportes.
El peligro de las cenizas
Así lo reflejan en un segundo video que viene acompañado de una serie de recomendaciones sobre cómo han de prepararse los más de 38 millones de personas que viven en el área metropolitana de la capital japonesa para un posible desastre natural como la erupción del Monte Fuji y cómo deben actuar en el caso de que ocurra.
Una de las más directrices de seguridad más importantes es la evacuar sus hogares en el caso de que el espesor de las cenizas alcancen los 30 centímetros. Los expertos estiman que habría un alto riesgo de derrumbe de los techos de las casas con la llegada de las lluvias. Además, hay que tener en cuenta que las consecuencias de una erupción volcánica pueden prologarse en el tiempo.
Cabe recordar que un año después de la erupción de 1707 se registraron graves inundaciones a causa de los sedimentos volcánicos. El río Sakawa se desbordó, estos restos llegaron a los cultivos, los agricultores los apilaron, las lluvias se llevaron los montones y los sedimentos acabaron en ríos secundarios, que se hicieron menos profundos. Las siguientes precipitaciones hicieron el resto.
"Si el Monte Fuji entrara en erupción, existe la posibilidad de que una gran cantidad de ceniza volcánica cayera sobre Tokio", insisten desde una web creada también recientemente con el objetivo de prevenir a los ciudadanos, "entendamos adecuadamente los efectos de las cenizas volcánicas y preparémonos para los desastres volcánicos".
El Fuji, peligroso y sagrado
El Monte Fuji, con sus 3.776 metros de altura, es el pico más alto de Japón. El volcán amenaza a los habitantes de los alrededores desde que comenzó su actividad, se calcula que hace 100.000 millones de años. Su extraordinaria y simétrica belleza lo ha convertido en uno de los principales atractivos del país y también en un tema recurrente del arte japonés. Hasta el punto de que su silueta se ha convertido en el símbolo nacional.
El Fuji es mucho más que un monte para los japoneses. Es un lugar de culto y peregrinación desde la antigüedad. Distintos grupos religiosos lo han venerado y levantado santuarios en sus laderas. Para el sintoísmo, es un lugar sagrado: morada de las deidades como Konohana-Sakuya-Hime, diosa de los volcanes y princesa de las flores. Se representa con la sakura, flor de cerezo y sobre ella versa una popular leyenda.
La mitología japonesa explica la efímera vida de los humanos con la historia de Sakuya-Hime —princesa de la flor naciente, que representa la delicada vida terrenal—, que se casó con un nieto del dios del cielo al que su padre —Oyama Tsumi, dios de la gran montaña— propuso que tomara la mano de su hermana mayor. La hija rechazada, la princesa Iwanaga —que representa la eternidad de la roca— se ofendió y decretó:
"Si me hubiera tomado como esposa, su descendencia habría sido longeva y resistente como la roca. Sin embargo, los hijos que engendrará con mi hermana pequeña tendrán vidas frágiles y breves, como las flores del cerezo".
Patrimonio de la Humanidad
El Monte Fuji fue declarado Patrimonio de La Humanidad por la Unesco en 2013, como "lugar sagrado y fuente de inspiración artística". "El sitio inscrito comprende 25 elementos que son un exponente del carácter sagrado del monte y su paisaje circundante. En el siglo XII, el Fujisan llegó a ser un núcleo central de las actividades de iniciación al budismo ascético, que comprende elementos sintoístas", recoge en su web.
"También forman parte de él diversos componentes culturales como los santuarios sengen-jinja y las posadas tradicionales oshi, y toda una serie de elementos naturales como formaciones volcánicas, árboles moldeados en la lava, fuentes y cascadas, que se consideran sagrados", añade. En definitiva, el Monte Fuji —con su cima nevada, sus terrazas de arroz y los peligros que entraña su volcán— simboliza las creencias fundamentales de la cultura japonesa.

