El colegio Luis Vives, situado en la localidad valenciana de Massanassa, se encontraba en la lista de edificios considerados "catastróficos" debido al riesgo de derrumbe, antes de que un trágico accidente acabase con la vida de un operario el pasado viernes.
A pesar de que el inmueble estaba catalogado como irrecuperable, las autoridades no prohibieron el acceso de los trabajadores a la zona, lo que ha suscitado preocupación sobre las decisiones tomadas antes del colapso. Según el conseller de Educación, Cultura, Universidades y Empleo, José Antonio Rovira, el derrumbe fue "imprevisible" y ocurrió mientras los operarios realizaban tareas de rehabilitación en un porche en el exterior del edificio.
El trágico suceso se produjo en medio de trabajos de mejora y acondicionamiento en la estructura del colegio. Aunque el inmueble ya había sido señalado como potencialmente peligroso, las labores en la zona afectada no habían sido suspendidas. El operario, que estaba realizando su trabajo en el momento del colapso, perdió la vida en el incidente. Las autoridades han abierto una investigación para esclarecer las causas exactas del accidente y determinar si las condiciones del edificio debieron haber llevado a una mayor precaución o incluso a la suspensión total de las actividades en el lugar.
El colegio Luis Vives, que albergaba a numerosos estudiantes, había sido identificado como uno de los edificios que requerían una intervención urgente debido a su deterioro estructural. Sin embargo, a pesar de las advertencias, la entrada de los trabajadores no fue restringida, lo que ha generado preguntas sobre la gestión de la seguridad en el proceso de rehabilitación.
El trágico suceso ha levantado una ola de reacciones en la comunidad, donde padres, vecinos y autoridades locales exigen una revisión exhaustiva de los protocolos de seguridad en la rehabilitación de infraestructuras públicas, especialmente en aquellos edificios que presentan riesgos significativos para los trabajadores y usuarios.
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