xirocap, la duración del himno viene regulada en el art. 3 del Real Decreto 1560/1997 (BOE de 11 de octubre). En su punto primero, apartado a), establece que se interpretará la versión breve "en los actos oficiales a los que asistan Su Alteza Real el Príncipe de Asturias, Su Alteza Real la Princesa de Asturias o Sus Altezas Reales los Infantes de España".
Es la misma versión que se interpreta en los actos oficiales a los que acude el Presidente del Gobierno; o en las competiciones deportivas en las que participa España.
O sea, que la duración fue la correcta.
Como no vi el partido, no puedo opinar de la actuación de TVE. Aunque, por lo escuchado a familiares y amigos, y por lo leído en prensa, parece que siguen la pauta de la final de Valencia. Lo que es lamentable.
Desde luego lo que organizó la federación junto con Televisión española no tiene nombre.
Desde luego que somos unos acomplejados con nuestro símbolos nacionales, hay por ahí himnos nacionales, regionales y demás índole que son más largos que un dia sin pan, que duran 3 y 4 interminables minutos, y en el nuestro que dura escasos 45 segundos, tenemos que tener una versión reducida que lo deja en la mitad exacta, y que sacamos a relucir cuando tenemos que arrodillarnos delante de algun nazionalista de estos, porque estoy seguro que en otro contexto nadie se acuerda de que hay una versión reducida y oimos el de siempre.
Luego televisión Española que actúa como el que no pasa nada, y le resta toda la importancia, ecualizando de forma que no se oían los pitos, o eso pretendian porque si que se oyeron, si, además eso no es lo importante, lo importante es el insulto que recibimos todos los españoles que con nuestros impuestos vamos a pagar todos los desmanes nacionalistas y si no al tiempo, pues con la quiebra catalana a ver quien va a pagar sus embajadas, propaganda antiespañola y demás dispendios que hacen para ir poco a poco comiendole el coco a todos los catalanes y ponerlos en contra de los demás españoles.
UNA VERGUENZA Y UNA HUMILLACIÓN!!!
Eso es lo que sentí yo ayer y hoy al ver los noticiarios, hasta me ha parecido que en el partido de España contra Serbia ha habido un sector del público que ha silbado al himno esta misma tarde, lo mismo en la Eurocopa o en las Olimpiadas se corre la voz y ya la tenemos liada, espero que nuestros representantes institucionales estén vigilantes en estos casos.
La señal seguro que fue directamente del altavoz, y lo del comentarista fue LAMENTABLE. Ese tío debería estar hoy mismo en la calle.
Estoy muy contento con el resultado, lo que verdaderamente les importaba, no fue audible, en televisión. Entre los 100 vatios de sonido del himno nacional y la valentía de Esperanza Aguirre, se llevaron los independentistas un chasco morrocotudo. Ya va siendo hora de perderles el miedo reverencial a estos prepotentes independentistas. Gracias Esperanza.
No me sorprende que ningún jugador de esos dos equipos haya dicho, esta boca es mía, todos se deshacen por jugar con la selección nacional. Era una ocasión perfecta para que jugadores internacionales del Barcelona y del Bilbao se desmarcaran o pronunciaran en algún sentido. Y no me ha sorprendido por tres motivos (que me consta me van a criticar ustedes duramente):
- De común a todos lo jugadores de fútbol es su escasa inteligencia. Dejaron el colegio pronto y poseen un pobre tacto y cultura. De común.
- Comparten los jugadores de fútbol el llamado don (que no lo es) de la inoportunidad. Si, además de la cortedad de miras, carecen del más mínimo reflejo en lo tocante a asuntos ideológicos.
No se me cabreen, que no he terminado.
- Es propio de los jugadores de fútbol, aún más en los que militan en equipos con marcado marchamo independentista, ser cobardes. Si, cobardes, en tanto y cuanto podemos despojar de su alcance más peyorativo el vocablo, los futbolistas adolecen de unas taras ideológicas, que les llevan a no involucrarse salvo en lo tocante a su contrato. De esta manera, recriminar una actitud cobarde no sería de recibo, dado que coadyuvan muchos elementos que contrarrestan esta nota común, no ya el miedo a la reacción a la calenturienta y exacerbada reacción de la hinchada separatista, sino una forzada indiferencia pasada por la casta tontuna y lerda que todo jugador de fútbol suele calzar desde su púbere étapa. He dicho.