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Expediente Gibraltar

El último capítulo de los enfrentamientos con Gibraltar ha terminado con un agente herido. La lista de desencuentros es larga.

Agentes de la Guardia Civil que patrullaban en el estrecho fueron insultados cuando intentaban atrapar a unos narcotraficantes en aguas españolas. Los autores del acoso fueron, de nuevo, miembros de la Policía gibraltareña y de aduanas con el beneplácito de la Royal Navy, que no lo impidió. Cuando las lanchas de los agentes del Peñón embistieron la embarcación de la Benemérita, un agente español resultó herido. La Asociación Unificada de la Guardia Civil denunciará los hechos en el juzgado mientras desde el Gobierno Ramón Jáuregui llamaba a "evitar conflictos".

El incidente es el último de una larga lista de enfrentamientos en las aguas que rodean el Peñón y que son, pese a las reivindicaciones de Reino Unido, de jurisdicción española. Según el Tratado de Utrecht, firmado en 1713, España sólo cedió a la Corona británica la ciudad y el castillo de Gibraltar pero no el istmo, ni las aguas territoriales ni el espacio aéreo.

Desde la AUGC indican a LD que los conflictos entre los agentes y la Policía gibraltareña comenzaron hace unos dos años, al principio como "incidentes pequeños". Con el tiempo, han ido incrementándose en gravedad hasta llegar al último episodio. El diputado del PP José Ignacio Landaluce tiene claro cuándo se iniciaron los conflictos: con la visita de Miguel Ángel Moratinos a Peter Caruana en el Peñón, algo inédito en la diplomacia española. En opinión de Landaluce, las autoridades gibraltareñas vieron una actuación "permisiva" que les impulsó a "presionar con contundencia". Moratinos pisó suelo gibraltareño y posó con Caruana en julio de 2009. Le llovieron las críticas por dar a Gibraltar estatus de Estado soberano.

Casualidad o no, los incidentes, que al principio se limitaban a "ligeros enfrentamientos verbales", fueron agravándose:

En noviembre de 2009, soldados de la Royal Navy fueron sorprendidos haciendo puntería con una bandera española colocada en una boya. Había fotografías de lo ocurrido, pero desde el Ejecutivo se prefirió creer la versión de Reino Unido. Alegaron en defensa de su Armada que la boya tenía los mismos colores que nuestra enseña nacional.

Ese mismo mes, dos submarinistas españoles fueron detenidos por Gibraltar cuando practicaban buceo en el estrecho. Los dos ciudadanos estaban en aguas españolas pero eso no fue obstáculo para que uno de ellos pasara la noche en el calabozo. Más repercusión tuvo la detención de cuatro guardias civiles pocos días después. Los agentes seguían a unos narcotraficantes y la persecución les llevó al mismo puerto del Peñón. Las autoridades gibraltareñas los detuvieron a todos para ser interrogados. Rubalcaba fue en esa ocasión quien trató de calmar los ánimos responsabilizando a los agentes españoles: se excusó ante Caruana por la "actuación incorrecta" de los guardias.

Los enfrentamientos directos con la Policía continuaron y el motivo siempre era el mismo: los agentes británicos les recriminaban por no estar en aguas de su jurisdicción pese a que son españolas. En febrero de 2010, una patrullera del Servicio Marítimo fue conminada a abandonar la zona cuando inspeccionaba un barco recreativo. Varios días después embarcaciones de la Royal Navy amedrentaron a patrullas de la Guardia Civil, exigiéndoles su identificación y escoltándolas hasta que dejaran el perímetro que Gibraltar considera suyo.

El acoso de los agentes ha facilitado que sospechosos de narcotráfico o contrabando hayan logrado escapar con su carga. Así ocurrió en abril de 2010, cuando agentes de la Guardia Civil no pudieron impedir el avance de una lancha porque se lo impidió una patrulla. En agosto, los obstáculos incluyeron amenazas: tres patrulleras de Gibraltar impidieron avanzar a una zodiac de la Guardia Civil inmersa en una persecución.

En septiembre de 2010, una barca de la Benemérita sufrió daños cuando, de nuevo, barcos de la Royal Police le rodearon y conminaron a abandonar su labor. Y los episodios de acoso y obstáculo a la tarea de la Guardia Civil han continuado en menor o mayor grado hasta los acontecimientos de esta semana. Fuentes de la Benemérita informan a LD de un "ambiente de tensión" entre los agentes que trabajan en la zona y de un sentimiento de "impotencia" y denuncian "insultos" y "amenazas" que dificultan el desarrollo normal de su actividad.

Con todo, estos incidentes en las aguas del Estrecho no han sido los únicos en los dos últimos años. Los hay en ámbitos muy variados pero con el denominador común de los deseos expansionistas del Gobierno del Peñón:

  • El macro proyecto 'Sovereign Bay', del arquitecto Norman Foster: Gibraltar también ha intentado expandirse ganando terreno al mar. Tras la anexión prácticamente de facto del istmo, al Peñón comenzaron a llegar –y siguen llegando a pesar del paralización parcial de los trabajos por la crisis– camiones con tierra procedente de España sin que el Ejecutivo español haya intervenido. El objetivo, construir un macro proyecto turístico, diseñado por Foster, con un coste de 20.000 millones de euros. La expansión se extendería también al este del peñón, relacionados, de nuevo, a proyectos urbanísticos.
  • Submarinos nucleares: en enero de 2010, el submarino USS Philadelphia, de propulsión nuclear, se quedó unos días en Gibraltar para tareas, según se dijo, de "avituallamiento". No ha sido el único: alrededor de una cincuentena habría parado en el puerto de Gibraltar en los últimos años.
  • El New Flame: unos años antes, en 2007, un buque de bandera panameña chocó con otro quedó semihundido a media milla del peñón con quinientas toneladas de gasóleo y 27.000 de chatarra. Los trabajos para extraer el fuel se prolongaron semanas y se detectaron vertidos en la costa de Algeciras.
  • Las boyas desaparecidas: hasta las boyas han sido tema de polémica. En octubre, varias fueron recogidas porque Reino Unido exigió que se retirasen. Habían sido colocadas para desarrollar un estudio científico de la Universidad de Cádiz.

Desde el PP, Landaluce sostiene, convencido, que a Gibraltar "le tocó la lotería" con el Gobierno de Zapatero. Desde la AUGC, reclaman al Ejecutivo protocolos de actuación que no les dejen "indefensos". Ellos, dicen, "lo que quieren es trabajar".

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