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La cuenta atrás de Rubalcaba

La oposición imposible de Rubalcaba de cara a un "otoño caliente" en las filas socialistas.

Cuentan sus cercanos que la carrera política de Alfredo Pérez Rubalcaba acabó hace un año por estas fechas. "La Constitución mató a Alfredo", dicen en referencia a esa reforma de la Constitución que el expresidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, pactó con Mariano Rajoy en agosto de 2011, puenteando al recientemente nombrado candidato del PSOE desde julio de ese año. Zapatero ejecutó la exigencia de Bruselas de reformar la Constitución semanas después de haber anunciado el adelanto electoral, dos puntos exigidos entonces por las autoridades comunitarias a cambio de evitar un rescate. Con la prima en más de 300 puntos, el expresidente del Ejecutivo aceptó la propuesta que el presidente del PP formuló un año antes. Una reforma de la Carta Magna para limitar el techo de gasto de las comunidades autónomas a la que se había opuesto frontalmente Rubalcaba, cuyas chanzas y bromas sobre la reforma "en un plis plás" de la Constitución lo dejaban claramente en entredicho.

Según las fuentes consultadas, Zapatero llamó varias veces a Mariano Rajoy durante ese mes de agosto de hace un año para tantearle sobre la materia y el entonces líder de la oposición le aseguró su apoyo. Así fue como el día 23 de agosto de 2011, Zapatero descolgó el teléfono de La Moncloa para comunicarle a Rajoy que lo anunciaría al día siguiente. "A ver ahora cómo se lo toma éste", le dijo a Rajoy en tono de broma antes de cerrar la comunicación.

La conversación con Rubalcaba fue cualquier cosa menos relajada. "¡José Luis, no me puedes hacer esto. Es letal para nuestra campaña. Nos van a matar si hacemos esto!". Los gritos se escucharon en toda la cuarta planta de Ferraz. La tensión y los nervios fueron en aumento hasta el punto de que llegaron a colgarse varias veces el teléfono y a mandarse mensajes de móvil subidos de tono. Rubalcaba llegó incluso a amenazar con tirar la toalla y abandonar la carrera a La Moncloa, pero Zapatero no cedió. Pasadas las tres de la madrugada, colgaron los teléfonos y el candidato del PSOE le reconoció a uno de los suyos: "Es la conversación más dura que he tenido con José Luis en once años". Al día siguiente, nadie sabría la trascendencia que escondía la imagen de apertura de los informativos: "Me voy a tomar un café que me duermo", le decía el candidato al todavía presidente sin apenas mirarse. Era mucho más que una anécdota. Pocos supieron entonces que había detrás de ese café.

Sólo ha pasado un año desde que esto ocurriera, aunque para Alfredo Pérez Rubalcaba bien podría tratarse de un siglo. La campaña electoral, la debacle, la convocatoria de un congreso, la victoria de mínimos, los congresos regionales, la relación con los nuevos barones socialistas y la dificultad de ejecutar una oposición "como la que a mí me habría gustado" -así lo explica él-, pero que no emociona -ni mucho menos- a los suyos, han dejado muy atrás al famoso esprínter, al exvelocista que en su día se ganó el título de liebre eléctrica que, en palabras de Bono, "engaña a los perros y galgos para que corran".

El actual secretario del PSOE ha abandonado ya su condición de hombre orquesta acaparador de titulares y portadas y sus intervenciones no ocupan más que un triste breve. Y a veces, ni eso. Para más inri, su equipo ha de lidiar con barones y diputados; convencerles de que hay que hacer una "oposición responsable y útil", "no como el PP en 2010 que a punto estuvo de dejar que España fuera rescatada", repiten en Ferraz. Sin embargo, los clamores internos en pro de una alternativa y de "subir el tono de la crítica" dan lugar a un doble juego de oposición. Se presentan cascadas de recursos de inconstitucionalidad a las leyes del Gobierno y se establecen notables diferencias discursivas entre el papel de poli bueno de un Rubalcaba que pide responsabilidad, y el de sus números dos y tres, los polis malos Óscar López o Elena Valenciano (sus más cercanos), que anuncian que saldrán a la calle a manifestarse, que reciben a colectivos alborotadores en el Parlamento, o que presentan ofensivas parlamentarias y callejeras.

No obstante, la oposición bipolar no es suficiente para su parroquia. Quieren más y así lo demuestran las caras de reprobación de su bancada en el Congreso antes, durante y después de la intervención del líder. "Ha errado el tiro", reconocieron dramáticos algunos en los pasillos el día en que Rajoy anunció los 65.000 nuevos millones de ajuste y Rubalcaba comenzó agradeciendo a Rajoy la información del Consejo Europeo Algunos no daban crédito: "parecía que lo habían cambiado. Como si estuviera perdido". Otros se aventuraron ya a certificar la mortaja política de un secretario general que va de incendio en incendio. "A éste no le queda ni un año", sentencian fuentes socialistas que aventuran tambores de guerra en el PSOE.

Un otoño caliente en Ferraz que vendrá por "la oposición imposible de Alfredo"; el 50% de la reducción de ingresos, a los que hay que sumar otro recorte del 20% adicional anunciado por Rajoy; los rejones de los barones como Tomás Gómez que certificó hace dos semanas "el punto y final de la etapa" de Rubalcaba y pidió una alternativa a su líder; y, por último, la celebración de una conferencia política que se espera que sea una jaula de grillos.

La cita, una de las promesas de Rubalcaba en el 38º Congreso de Sevilla en el que se aupó como secretario general, estaba prevista antes del verano, pero la complicada situación interna se pospuso hasta el otoño. Primero se habló de septiembre, después de octubre y ahora de noviembre, en palabras del secretario de Organización del PSOE, Óscar López. Lo cierto es que el retraso no es baladí. Se trata de la conferencia que pondrá negro sobre blanco la reforma de los estatutos del partido. Principalmente, las reglas sobre la elección de candidatos en unas primarias: si serán abiertas a los simpatizantes; si se reducirá el número de avales necesarios; o si se aprobará que sean los militantes, y no los delegados provinciales, los que elijan al futuro secretario general del PSOE, tal y como pidió en Sevilla el movimiento 'Bases en red' que apoyó la mismísima Carmen Chacón.

Condiciones a las que no se enfrentará el mayor superviviente de la política española, más allá de filtraciones interesadas con las que acallar a los suyos. El "plan de Alfredo" siempre fue otro muy distinto. Su obsesión amorosa por el partido "antes que nada" y su rechazo frontal a un zapaterismo que ha dejado al PSOE más dividido y derrotado de su acrisolada historia. La conferencia política del PSOE no será más que un adelanto de las primarias en la que, dentro de dos años, se verán las caras los próximos protagonistas, algunos ascendentes, otras ocultos y los últimos, circunstanciales: Emiliano Gacía-Page, Patxi López, Carmen Chacón y Tomás Gómez.

Así las cosas, la travesía en el desierto que le auguró Carmen a Alfredo en su discurso de Sevilla es y será mucho más angosta de lo que pensaba un secretario general que, ni de lejos, cuenta con el apoyo del que gozó Zapatero. Aquel a quien los suyos calificaban de "hijo de puta" en el final de su andadura se ha convertido en el innombrable. Pero la "liebre eléctrica" está ahora "muerta políticamente". Alfredo Pérez Rubalcaba tiene las horas contadas y los tambores de guerra interna llevan tiempo sonando.

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