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Adrián Ravier

Se confirma la crisis en W

Las políticas de estímulo, si bien han logrado evitar que la tasa de desempleo trepe a los niveles de la gran depresión de los años treinta, difícilmente podrán ser mantenidas en el tiempo debido al déficit fiscal sin precedentes que han provocado.

A finales de 2007 estalló la burbuja inmobiliaria que se fue gestando desde la salida de la crisis de las puntocom de 2001. Desde entonces, la política monetaria y fiscal de la Reserva Federal y del gobierno americano sólo han intentado paliar la situación de corto plazo.

Entonces comenzó un debate entre académicos y empresarios, no sólo sobre el riesgo moral que tales políticas implicaban, sino también sobre la forma en que se desarrollaría la crisis. Algunos pocos analistas dijeron que la crisis tendría forma de V, esto es, que la crisis sería profunda, pero corta, y que la política económica permitiría abandonar la situación rápidamente gracias al rol activo que el sector público estaba asumiendo. Otros analistas más pesimistas dijeron que la crisis tendría forma de L, desatendiendo a las señales de recuperación, y señalando las dificultades para generar empleo y recuperar la actividad económica. Finalmente, un tercer grupo de analistas advirtió que la crisis tendría forma de W, esto es, cayendo en crisis y depresión, recuperándose en el corto plazo gracias a la política activa del sector público, pero cayendo nuevamente en depresión por la imposibilidad del gobierno de mantener tales políticas en el tiempo.

Lo cierto es que este tercer grupo de analistas son los que parecen tener mayor razón, observando que las políticas de estímulo, si bien han logrado evitar que la tasa de desempleo trepe a los niveles de la gran depresión de los años treinta, difícilmente podrán ser mantenidas en el tiempo debido al déficit fiscal sin precedentes que han provocado. Otro tanto se puede decir de la política monetaria, que si bien no ha mostrado todavía sus efectos inflacionarios por la disposición de los bancos a no poner en circulación esos flujos de dinero fiduciario, sí podrán hacerlo en el futuro.

Lo cierto es que la tasa de crecimiento económico en los Estados Unidos se ha desacelerado en el segundo trimestre, y más de lo previsto, según cifras oficiales publicadas ayer. El Producto Interior Bruto del país aumentó en el segundo trimestre 2,4% anualizado con respecto al primero, indicó la primera estimación del PIB de ese período del Departamento de Comercio. Es la tasa de crecimiento más débil medida en Estados Unidos desde los tres meses del verano de 2009, que marcó el comienzo de la recuperación de la primera economía mundial. La cifra oficial es inferior a las expectativas de los analistas, que en promedio estimaban un crecimiento del 2,5%. Esto representa una desaceleración con respecto al primer trimestre, donde el crecimiento alcanzó 3,7%, según una nueva estimación –en fuerte alza con respecto a la cifra dada un mes antes (1%)– difundida en la revisión anual de los datos del PIB.

Los datos comentados del segundo trimestre y los pronósticos del tercero han llevado a los economistas más renombrados a cierto pesimismo. Paul Krugman por ejemplo, aun cuando alentó la política activa, advirtió de que Estados Unidos tiene fuertes probabilidades de entrar en recesión en la segunda mitad de 2010 cuando se retiren las medidas de estímulo monetario y fiscal, algo que gradualmente está ocurriendo. Alan Greenspan, por su parte, señaló que "Estados Unidos está en una cuasi-recesión" y que difícilmente la tasa de desocupación caiga por debajo del 9,5 % actual. Por último, Nouriel Roubini agrega que estamos en "tiempos de recaída" ante el fin de los planes de estímulo, los que llevarán a un crecimiento anémico de las economías avanzadas, creación mediocre de empleo y subida adicional del paro.

Lo paradójico de la cuestión es que pocos parecen advertir que justamente son estos tres economistas los que han sugerido aplicar políticas que hoy nos llevan a esta situación que bien saben predecir. Krugman evitando que se complete el ajuste con políticas activas. Greenspan con su pasado en la Fed alentando la burbuja cuyas consecuencias seguimos sufriendo. Roubini por apoyar la nacionalización de la banca, coste que por supuesto hoy sufragan todos los americanos.

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