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Alberto Acereda

Es que no aprenden

Lo que sí sabemos seguro es que el del martillo no era del Partido Republicano, sino de uno de esos activistas a los que tanto sonríe el Partido Demócrata.

Estos "demócratas" no aprenden. Contamos ya aquí hace unos días cómo la presidenta del Congreso de Estados Unidos, la demócrata Nancy Pelosi, acusó de nazis y portadores de esvásticas a los ciudadanos norteamericanos que discrepaban públicamente del proyecto de ley sobre la salud. La táctica desde la Casa Blanca y sus aliados demócratas en el Congreso ha sido presentar a esos ciudadanos como grupos orquestados y manipulados por el Partido Republicano para impedir la aprobación de la ley e intimidar a los congresistas demócratas.

El tiempo ha demostrado que las movilizaciones ciudadanas respondían en su inmensa mayoría a una honesta voluntad espontánea de cientos de miles de norteamericanos de dar su opinión. O sea, de mostrar su descontento con el proyecto de ley sanitario que buscaban aprobar a toda prisa Obama y el Congreso controlado totalmente por los demócratas.

En aquellas protestas se trataba de ciudadanos que ejercieron y que siguen ejerciendo su derecho a la libertad de expresión y reunión. El libreto acusatorio de Pelosi y sus compinches, que pareciera tomado de una de las reglas para radicales de Saúl Alinksy, no ha funcionado en absoluto. Porque ya es público y notorio que si hay expertos en orquestar falsos movimientos cívicos, aquéllos están en la misma Casa Blanca, particularmente en la persona de David Axelrod, primer asesor de Obama ahora y durante la campaña y dirigente en la compañía ASK Public Strategies, dedicada precisamente a movilizar a ciudadanos...

La hipocresía de estos líderes demócratas como Pelosi y como el mismo Obama –que antes de sus vacaciones no dejó de cuestionar a quienes discrepan de él– se verifica también en casos como el ocurrido este pasado martes 25 de agosto en Denver (Colorado). Allí, las ventanas del edificio donde se halla la sede del Partido Demócrata aparecieron rotas. A eso de las 2 de la madrugada, un individuo se lió a martillazos con las ventanas de la sede demócrata donde se exhibían pósters de apoyo al presidente Obama y publicidad a favor de su proyecto de ley para la salud.

Al punto de la mañana, la presidenta del Partido Demócrata en Colorado, Pat Waak, no perdió un minuto para salir ante la prensa a declarar que dichos actos vandálicos eran consecuencia de "un intento por parte del otro lado para generar odio". Obviamente, al decir "el otro lado", Waak se refería a los malvados militantes del Partido Republicano, a esos demonios de la derecha norteamericana: los nazis de los que hablaba Pelosi; los mismos que hasta Fidel Castro definió también estos días como racistas en su panfleto Granma.

Según los datos proporcionados por la policía de Denver, el vándalo que rompió hasta once ventanas y se lió a machacar el póster de Obama escondía su rostro bajo una camiseta encapuchada y llevaba guantes de látex. Al pasar por allí la policía de Denver hacia las dos y veinte de la madrugada, el individuo intentó huir pero fue pronto detenido por la policía. Una de sus detectives, Vicki Ferrari, informó horas después de que se trataba de Maurice Schwenkler, individuo de veinticuatro años y ya en la cárcel a la espera de un juicio.

Se le acusa de comportamiento criminal y vandálico y de haber producido más de 11.000 dólares en destrozos. Al investigar el historial del tal Schwenkler, resulta que el vándalo no es ni republicano, ni conservador, ni de derechas. Schwenkler es, para gran disgusto de Nancy Pelosi y Pat Waak, un activista político del propio Partido Demócrata. Por si esto fuera poco, Schwenkler ya fue detenido y encarcelado por delito menor en otro altercado que él mismo protagonizó durante la Convención Nacional Republicana en 2008 en St. Paul (Minnessota).

El mismo Schwenkler, además, recibió dinero del Partido Demócrata durante la última campaña electoral de 2008 por su trabajo a la hora de promocionar a la candidata demócrata al Congreso, Mollie Cullom, que acabó perdiendo. Las investigaciones policiales verifican también que el vándalo aporreador Schwenkler es miembro de la organización demócrata Colorado Citizens' Coalition, afiliada a grupos sindicales y a donantes millonarios de izquierda que apoyan al Partido Demócrata.

Justo es reconocer que la acción de Schwenkler puede verse como un hecho aislado pero al valorar el tenso contexto nacional del actual debate político, y al recordar engaños similares a éste en el pasado, no es descabellado pensar que este incidente es parte de una estrategia de presentar estos hechos vandálicos como actos producidos por los republicanos a fin de dejar mal al GOP tanto a nivel local como a nivel nacional. Así se explican las palabras de Pelosi hace unos días y así se prueba que estos demócratas no aprenden, ni siquiera con el libreto de su mentor Alinsky...

Para poner la guinda al podrido pastel, la susodicha presidenta del Partido Demócrata en Colorado, Pat Waak, quiso matizar su penosa reacción inicial y en lugar de reconocer su inicial error de juicio afirmó que ella no tenía nada que ver con el tal Schwenkler, ni con el grupo que le pagó. Al fin y al cabo, afirmó Waak, el que participara con grupos demócratas no significa que Schwenkler sea "un buen demócrata".

Desde luego, lo que sí sabemos seguro es que el del martillo no era del Partido Republicano, sino de uno de esos activistas a los que tanto sonríe el Partido Demócrata. La próxima vez, cuando lo suelten, Schwenkler debería llevar una hoz junto al martillo para que así no lo confunda su presidenta en Colorado. Es que no aprenden...

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