Menú
Alberto Míguez

Peor que nunca

El gobierno socialista español pretextando la recuperación de las relaciones con Marruecos ha sometido su política sobre el Sahara –y sobre el Magreb– a los dictados de Francia

Las relaciones entre España y Argelia atraviesan uno de sus peores momentos. Sólo comparable a los primeros momentos de la transición democrática cuando Argelia y el Frente Polisario acusaban al gobierno de Suárez de haber traicionado las promesas reiteradas de apoyar la celebración de un referéndum de autodeterminación en el Sahara occidental, para terminar firmando –días antes de la muerte de Franco– el infame Pacto de Madrid por el que se cedía a Marruecos y Mauritania el hasta entonces territorio colonial.
 
Han pasado casi treinta años y desgraciadamente el conflicto del Sahara sigue como estaba: miles de refugiados saharauis viven en condiciones espantosas en Tinduf, Marruecos ocupa la mayor parte de la excolonia (Mauritania renunció sensatamente a la ocupación),la ONU sigue intentando resolver por su cuenta el contencioso y Marruecos rechaza cualquier solución que no sea simple y llanamente la apropiación del territorio y su soberanía indiscutible sobre el mismo.
 
El gobierno socialista español pretextando la recuperación de las relaciones con Marruecos ha sometido su política sobre el Sahara –y sobre el Magreb– a los dictados de Francia y apoya al sultán marroquí en todos y cada uno de sus caprichos y veleidades, la principal de ellas, el rechazo del Plan Baker, que su fallecido padre aprobó y que ahora al joven rey le parece inviable. La sumisión a Francia en el Magreb y en Europa y la retirada de Irak son los indignos pilares de esta nueva diplomacia.
 
El presidente del gobierno español viajó hace semanas a Argelia acompañado de su ministro de Exteriores y allí, tanto el presidente Buteflika como Abdelaziz Beljadem, ministro de Exteriores, le cantaron las cuarenta.
 
La visita de Beljadem a Madrid dentro de unas horas dará la oportunidad al funcionario argelino para reiterar a Zapatero y Moratinos la decepción de su país y las consecuencias que tendrá sobre las relaciones bilaterales.
 
Hay otro aspecto de estas relaciones que preocupa a Argelia y que apenas ha sido evocado: el abandono por parte española de la construcción del gaseoducto Orán-Almería, un proyecto ambicioso y carísimo que permitiría a España un acceso directo a los yacimientos gasísticos argelinos sin pasar por Marruecos, (Argelia es nuestro primer abastecedor en gas natural) y que completaría al primer gaseoducto bautizado con el nombre de Durán Farell, el hombre que más hizo por potenciar las relaciones hispano-argelinas en los últimos treinta años.
 
Este segundo gaseoducto serviría para consolidar todavía más unas relaciones excepcionales antaño pero el proyecto ya no goza de la simpatía del gobierno socialista español. Ni Moratinos ni Montilla han explicado todavía por qué.
 
Beljadem, un hombre clave en el régimen argelino, anunció en Argel hace tres días que no piensa ocultar a sus interlocutores españoles la pésima opinión que tiene de la llamada nueva política exterior y sobre todo, la relacionada con el Sahara. "No será muy diplomático pero diré lo que pienso", advirtió.

En Internacional

    0
    comentarios