La afluencia económica se nota por la pérdida de valor de menudos objetos, antaño escasos y caros. Antes se vendían; ahora están en todas partes. Veamos la lista de alimentos prácticamente gratuitos: sal, pimienta, mostaza, caramelos. Hay también objetos industriales que se encuentran igualmente a la disposición del público en todas partes. Ejemplos de esa categoría: bolígrafos, papel para escribir o higiénico, cerillas. En los aviones y hoteles regalan periódicos. En algunos congresos y ferias te proveen de regalitos que son muestras de los productos que se exhiben. No hay mitin político que no regale encendedores y otras inservibles zarandajas.
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