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Amando de Miguel

Étimos curiosos

Don Raimundo asegura que en los mercadillos de la Edad Media los tenderetes de los judíos eran los que vendían las mejores alubias. De ahí lo de "alubias judías" como expresión de calidad. La historia tiene interés, pero me resulta difícil de creer.

José María Navia-Osorio advierte el contrasentido que significa la voz homofobia para designar la "aversión a los homosexuales". Tiene toda la razón etimológica. En griego omo significa "igual, semejante". El prefijo homo en español indica igualdad o semejanza. Luego homofobia tendría que ser lo contrario de lo que se indica, esto es, "aversión a los que son como uno". Así, un maricón sería homófobo si despreciara a los maricones. Un varón heterosexual sería homófobo si tuviera aversión a las mujeres heterosexuales. En fin, un lío. La explicación de tal contrasentido es que homofobia es una mala traducción del cultismo inglés homophobia (= odio a los homosexuales por parte de los heterosexuales). En inglés se ha hecho mal la transcripción del griego y en el español actual se sigue miméticamente la pauta anglicana.

Se pregunta don José María si las personas que sienten aversión por las mujeres llamadas lesbianas tendrían que ser "lesbianófobas" o "safófobas". No está de más la ironía. Lo de lesbianismo (= homosexualidad femenina) procede de una tal Safo, una poetisa que vivía en la isla griega de Safos, después Mitilene. Es de suponer que no todas las mujeres de Safos tuvieran la inclinación de despreciar sexualmente a los varones para preferir a las mujeres. Por tanto, el término lesbianismo es tan incorrecto como sexista. En todo caso, habría que decir safismo. Pero lo de lesbianismo ya está acuñado. Para mí, los términos castizos de "maricón" (= homosexual masculino) y "tortillera" (= homosexual femenino) deberían ser los correctos. La persona que desprecia o rechaza el homosexualismo debería llamarse "sexista", aunque propiamente el sexismo es despreciar a las personas por el sexo que ostentan. Según eso lo que llamamos encomiásticamente feminismo sería una forma solapada de sexismo.

Raimundo de Oro-Pulido Albo vuelve a la batallona cuestión de por qué, en muchas partes de España, las alubias reciben el extraño nombre de "judías". Don Raimundo asegura que en los mercadillos de la Edad Media los tenderetes de los judíos eran los que vendían las mejores alubias. De ahí lo de "alubias judías" como expresión de calidad. La historia tiene interés, pero me resulta difícil de creer. Las alubias propiamente dichas son originarias de América. Antes existían solo diferentes tipos de habas. Aunque tampoco estoy seguro de esa opinión, y será menester que opinen los expertos. Aquí tienen la tribuna para que se expresen.

Luis Fernández (oriundo de Zamora) quiere saber el origen de estos dos topónimos zamoranos: Fermoselle y La Cernecina. Francamente lo ignoro. Fermoso es "hermoso" en castellano antiguo, o quizá aparezca aquí el parentesco con el portugués formoso (= hermoso). La Cernecina puede que tenga alguna relación con la acción de cerner (= pasar la harina por el cedazo). Un zamoranismo es cernada (= ceniza de paja). Mi abuela Gumersinda cocinaba con paja. Espero que alguien más avisado que yo nos aclare el origen de esos topónimos.

Rogelio Amaral Barragán (Tijuana, Baja California, México) corrige mi comentario sobre el origen arábigo de la palabra barragán (= soltero, valiente). Don Rogelio sostiene que esa voz procede del arameo, del que se desgajó el hebreo y el árabe. En su opinión, barragán se introdujo en el español por los sefardíes. Acepto la corrección fraterna, pero lo del origen arábigo está en el diccionario de Covarrubias. Ya se sabe que esto de las etimologías no es precisamente una ciencia exacta, ni siquiera aproximada. El diccionario de Corominas atribuye a barragán un origen germánico, relacionado con barón (= hombre libre, apto para la lucha). Aduce que en árabe hay un tipo de tela impermeable llamada barrakán, originariamente de lana de camello. El diccionario de Barcia apunta esta etimología: en árabe barr (= forastero) y gan (= rico). Me imagino que el legendario Cámelot del Rey Arturo proviene de los caballeros ingleses que iban a Tierra Santa y se vestían con unos capotes de lana de camello. Quizá en su remoto origen, el sonido barr se empleara para designar a algunos animales domésticos, para llamarlos.

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