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Amando de Miguel

Fragancia

Ya se sabe, cuando no se sabe qué regalar, lo más sencillo es un perfume, una colonia o destilados similares. Por esa razón la sección de Perfumería acapara la planta baja de los grandes almacenes. De un tiempo a esta parte se ha producido una sutil revolución léxica. En lugar de perfumes, los mismos frasquitos con idénticas marcas se denominan “fragancias”. En buena lógica, la fragancia es el característico olor (agradable o detestable, según gustos) que produce un perfume. Luego se produce una curiosa sinécdoque al admitir que la fragancia se convierte en perfume (la parte por el todo). Otra cosa, las marcas de fragancias tienden cada vez más a identificarse con un nombre y apellido, a ser posible pronunciado con un deje francés o inglés. Así, Carolina Herrera o Paco Rabane. No deja de ser llamativo que ese mismo esquema de nombre y apellido se emplee también para las marcas que identifican compañías de autobuses. Misterios de la publicidad.

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