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Carlos Semprún Maura

Deber de memoria

Desde luego, en los campos nazis no hubo sólo judíos. También perecieron en ellos antinazis, gitanos, homosexuales, testigos de Jehová y muchos presos comunes, pero quien no vea la especificidad de la shoá es sencillamente porque no quiere verla.

No sé si Sarkozy ha elegido un buen método al anunciar por sorpresa el pasado miércoles en la cena anual del CRIF (Consejo Representativo de las Instituciones Judías de Francia) su propuesta de que los alumnos de CM2 (de unos 10/11 años), apadrinen simbólicamente a los 11.000 niños judíos franceses asesinados por los nazis en los campos de exterminio. Que se hable de la shoá en la escuela me parece, desde luego, necesario, pero a Simone Veil no le falta razón cuando considera que esos alumnos de primaria son demasiado niños para cargar con semejante responsabilidad, por más que sea simbólica.

Pero mientras a la ex deportada Simone Veil le indigna eso, y no que se recuerde la shoá, las reacciones de la izquierda lindan con el más rancio antisemitismo: ¿Por qué los niños judíos? ¿Por qué no los gitanos? ¿O los niños argelinos matados por el ejército francés? Esas cosas aúllan diputados, periodistas y mamarrachos varios de izquierda, olvidándose adrede de las declaraciones del propio Sarkozy sobre la colonización, la guerra de Argelia, etc., declaraciones que considero exageradas, sobre todo en lo que a colonización se refiere.

Si la Historia está llena de masacres de civiles, la shoá constituye un caso único, consideración que por lo visto es menester repetir: cuando Hitler y los nazis decidieron la "solución final", o sea, el exterminio de todos los judíos sencillamente por serlo, emplearon para ello métodos industriales de exterminio, crematorios y cámaras de gas, asesinando a nada menos que 5 ó 6 millones de judíos (aún se discute la cifra exacta). Desde luego, en los campos nazis no hubo sólo judíos. También perecieron en ellos antinazis, gitanos, homosexuales, testigos de Jehová y muchos presos comunes, pero quien no vea la especificidad de la shoá es sencillamente porque no quiere verla.

Los defensores de la propuesta de Sarkozy, respondiendo a las inquietudes vehementes de Simone Veil, dicen confiar en la sabiduría de los maestros para explicar los hechos sin "culpabilizar" a los alumnos, evidentemente inocentes de lo que ocurrió hace unos 65 años. Pues yo, francamente, no me lo creo. La larga guerra israelo-palestina ha penetrado en las aulas y escuelas galas, y la mayoría de los profesores y maestros es furiosamente propalestina: el bulo según el cual el ejército israelí se dedica a matar niños palestinos se ha difundido muchísimo en la educación nacional, laica y republicana. Estos gestos simbólicos de Sarkozy, como la lectura de la última carta de Guy Môquet, el "joven resistente" que nunca lo fue, serían baldíos si la enseñanza de la Historia fuera seria y objetiva, pero eso es como pedir peras al olmo.

Segoléne Royal, François Bayrou, Dominique de Villepin y algunos otros, 17 en total, han firmado un manifiesto en el que acusan a Sarkozy, sin nombrarle, de poner en peligro los "valores republicanos". Me recuerdan una película de Roman Polanski. ¿Cuál era su título? ¡Ah, si! El baile de los vampiros.

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