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En Francia, como en España y otros países, hay Tribunales que actúan como Casinos y blanquean dinero sucio, o mejor dicho, blanquean a los sospechosos de utilizar esas porquerías. No siendo ni juez, ni abogado, y no sabiendo del asunto más que lo que dijo la prensa, no sé si Dominique Strauss-Kahn (DSK, para sus amigos) se pasó de prudente cuando dimitió de ministro, como implícitamente ha concluido un Tribunal hace poco, el caso es que vuelve al primer plano de la actualidad con un libro-programa que es interesante, porque todas sus propuestas son de derechas. Empecemos por la última: supresión del primer ministro, creando desde el punto de vista institucional una novedad, un sistema presidencial más parecido al norteamericano que a cualquier otro.

Pues esto, con algún matiz, es lo que defienden desde hace quince años políticos de derecha; como Edouard Balladur. DSK aboga por abandonar la demagogia y los intentos de la izquierda por imponer la “tasa Tobin”, en torno a la cual se ha creado una nueva “internacional”. Reducir los impuestos, empezando por la “tasa de habitación”. No renunciar en absoluto a la energía nuclear, antes al contrario, aumentar las actividades de este sector, especialmente en la producción de electricidad. En cambio, privatizar el coloso estatal EDF, reduciendo la participación del Estado a menos del 50%. Drásticas reformas (exigidas desde hace siglos por la derecha) de la burocracia estatal, que asfixia la actividad económica y la libertad de emprender, que cuesta cara, etc. Resumiendo el 90% de sus propuestas de cambio son de derechas, constituyen lo que la oposición, en orden disperso, exige, así como también la patronal, cuyo reformismo es a menudo más agudo que el de los políticos.

Cuando era Ministro de Economía, DSK privatizó más que nadie, y al mismo tiempo negaba iracundo la menor privatización. Se trataba, decía, de “apertura del capital”. Esta política, casi liberal, pero disfrazada, dio buenos resultados, y constituyó uno de los elementos —siempre negado oficialmente— de la disminución del paro. Lo mismo hace en su libro programa, abundantemente comentado. Para él no se trata, en absoluto, de conversión al “neoliberalismo”, de capitalismo moderno, ni siquiera ¡evidentemente! de ideas sembradas por la derecha (cuando siembra); se trata de “modernizar el socialismo”. Las mentalidades, siendo lo que son en Francia, es muy probable que acepten la medicina semiliberal si se arropa en el chocolate del socialismo moderno, produzca menos rechazo. Pero ni la invencible Martine Aubry, ni los tres comunistas que quedan, ni la “izquierda socialista”, ni los Verdes carcas, se van a engañar, o no todos: el enemigo está en casa, la socialburocracia, que se nutre del Estado, los impuestos, los enchufes y el voto cautivo, se verá en peligro. Y Laurent Fabius, casi tan “moderno” como DSK, está que trina, le han robado su tenderete, y además, en la historia del PS, si él siempre fue adversario de Jospin, DSK siempre fue un buen amigo. Pensando en el destino de Claude Allègre, otro buen amigo de Jospin, yo, si fuera DSK, no me sentaría de espaldas a la puerta. Pero tal vez el destino de Francia no gire en torno a estos tímidos proyectos de reforma, sino en torno a la mayor huelga de todas las profesiones de salud que ha conocido este país el 23 de Enero.

Debido a la televisión y a los demás medios, la salud se ha convertido en la enfermiza obsesión de los franceses, pues hoy, está en la calle, y pesa mucho más que los estudiantes. Buena baza para Chirac, diría cínicamente, pero ¿sabrá utilizarla?

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