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Carlos Semprún Maura

El síndrome de Estocolmo

Escribe el Corriere della Sera: “...estamos perplejos ante la oportunidad política de unas declaraciones tan desenfadadas, en estos momentos de crisis tan delicada”. Se trata, claro, de las declaraciones de Silvio Berlusconi, sobre la superioridad de la civilización occidental, que no serán muy diplomáticas, pero son totalmente ciertas.

Todo es relativo, y no se trata aquí de comparar la belleza de las catedrales góticas con la de las mezquitas; se trata de saber si los valores tan cacareados de nuestra civilización, o mejor dicho de nuestras democracias, merecen ser defendidos, y yo añadiría ampliados: derechos humanos, libertad de expresión y religión, igualdad entre los sexos y los ciudadanos, elecciones libres, pluralidad de partidos y sindicatos, etc. Esas cosas, tan de pero grullo, que existen con muchas imperfecciones en Occidente, no existen en ningún, país musulmán; porque ningún país musulmán es democrático. Se puede estar de acuerdo con el vespertino italiano en cuanto a la perplejidad; sin embargo, la reacción de los medios informativos franceses es repugnante: Miedo, pánico, “se van a enfadar”, “nos van a castigar”, “este Berlusconi es un bestia”... es lo que se oye por todas partes.

El “Síndrome de Estocolmo”, como un gas, paraliza la voluntad francesa. Y me viene a la mente, la “caza de brujas” desatada contra Renaud Camus, porque en un tomo de su diario había publicado un párrafo antisemita, que fue, luego, censurado por su propio editor. ¿Cuánto ardor para condenar a un escritor solitario, cuando todas las mezquitas y centros islámicos del mundo entero chorrean de un antisemitismo feroz, y, claro, perfectamente tolerado y hasta aplaudido, por los supuestos antirracistas progres.

Bueno, todas las mezquitas, no. Leí el otro día en Le Figaro, un interesante artículo de Alexandre del Valle, sobre “Las bases del terrorismo islámico”, en el que citaba a Suheib Bencheik, gran muftí de la mezquita de Marsella, que declaraba a propósito de las masacres islámicas en Argelia: “...los hombres del GIA actúan de manera perfectamente canónica, por ello se les ve muy bien rezando y violando a la vez”... “Denuncio la hipocresía de los teólogos musulmanes, quienes, desde luego condenan esas prácticas y esas matanzas, pero sin poner en tela de juicio la teología que las nutre”. He aquí un mufti civilizado que exige el respeto de la vida humana, pero claro, es un heterodoxo.
Las sospechas sobre el origen terrorista de la tremenda explosión de Tolosa, aumentan en la prensa. Dos cosas llaman la atención: el apresuramiento con el que las autoridades declararon rotundamente que se trataba de un accidente, sin siquiera acercarse a las ruinas, sin tener la menor información; y la segunda, tal vez más grave aún, es la opinión de los peritos, quienes no se explican cómo ha podido producirse ese accidente, lo que refuerza las sospechas de atentado.

Siguiendo con los atentados, el Otegi corso, Talamoni, líder de Corsica Nazione, ha declarado que las negociaciones con el gobierno sobre la autonomía de la isla han quedado interrumpidas. Motivo de su cabreo: la policía ha detenido a algunos de sus amigos, sospechosos de haber asesinado a Jean Michel Rossi y Frattacci en l’Ile-Rousse, el año pasado. “¡No toquéis a mis matones!” exige Talamoni al Gobierno.

El paro aumenta, el paro aumenta, el paro aumenta, con música de tango desgarrada.

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