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Carlos Semprún Maura

La vecina barómetro

Hace ya más de un año (comme le temps pase!), estábamos en plena mudanza, el piso lleno de bultos y cajas, los libros amontonados por el suelo, la ropa igual, la vajilla no digamos, o sea lo habitual en estos casos de mudanza, cuando suena el timbre a eso de las siete de la tarde. Con un bufido voy a abrir, y me encuentro con una señora bastante joven y de buen ver, acompañada de su hijo de unos siete años, para que no diga, no diga, la gente, que nos invita a subir al piso de arriba, el suyo, para tomar el aperitivo. Yo, desde luego, odio este tipo de buenas relaciones ficticias entre vecinos, y dije muchas gracias, pero imposible, ya ve como están las cosas aquí, hablaremos de aperitivo otra vez, disculpe. Se ofendió tanto que durante meses ni me saludaba cuando nos cruzábamos en el vestíbulo, o en las escaleras hasta éste fatídico jueves 11, cuando se precipita y me agarra por las solapas, y me dice: “¿Pero es un horror, pero es horrendo lo que ha ocurrido en Madrid!”. Me declaro de acuerdo, no faltaba más, y desde entonces, cada vez que nos cruzamos, me agarra por las solapas, y me cuenta lo que pasa en Madrid.
 
La primera vez, me dijo: “Creo que usted es de origen español...”. No, respondí, soy español a secas, y se quedó boquiabierta. Porque todos los franceses que conozco se quedan boquiabiertos cuando les digo que pese a tantos años viviendo en París, jamás he pedido la nacionalidad francesa. Bueno todos, salvo un par de amigos, que entienden perfectamente que después de tantos años de pasaporte “apatriada”, Nansen, cuando obtuve el pasaporte español, que además es el mío, allí me quedé.
 
Llega el fatídico domingo 14, y la victoria del PSOE, y mi vecina me agarra por las solapas y me espeta a gritos: ¡Qué magnífica noticia! ¡Estará contento! “¿Qué haya ganado Al Qaeda? No, en absoluto”. Debió pensar que se trataba de una broma, porque el pasado lunes, después de la semivictoria socialista en las regionales francesas, de nuevo me arremete, pero ya sin agarrarme por las solapas (algo es algo): “¡Estará contento! ¡Vamos a ganar! Y es el sursaut civique, o reacción cívica española, la que nos ha inspirado!”
 
Por lo visto, el miedo es una “reacción cívica”. No es sólo mi vecina barómetro, es toda la prensa gala la que afirma que el “ejemplo español” ha inspirado a los electores franceses. Cualquier cosa, mariposa. También es cierto que el “espíritu muniqués” está profundamente enraizado en la sociedad francesa. Atentados donde sea, pero no en casa. Cualesquiera que sean los diferentes motivos, parece evidente que, salvo sorpresas de última hora, el PS confirmará en la segunda vuelta su victoria anunciada en la primera.
 
Francia está condenada a cambiar de mayoría cada dos años. Lo que yo jamás lograré entender es por qué aliarse, o buscar los votos de los electores del FN, constituiría un crimen contra la humanidad, y aliarse con el PCF, una evidencia democrática, cuando son las mismas basuras. Nosotros, los viejos, vemos con infinita tristeza repetirse la misma expresión de cobardía popular y mayoritaria ante el peligro, ayer nazi, hoy islámico. Tendré que hablar de eso con mi vecina.

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