Menú
Carlos Semprún Maura

Rive droite, rive gauche

Existe una opinión, a la vez difundida y confusa, según la cual los términos de rive droite y rive gauche (o sea, las orillas izquierda y derecha del Sena), tendrían algo más que un sentido geográfico, un sentido sociopolítico: la rive droite sería de derechas, rica y prospera; la rive gauche, de izquierdas, no tanto proletaria, como universitaria, cultural y artista. Como en la política nuestra de cada día, esto se merece serias correcciones, y hay que precisar, primero, que la rive droite tiene doble superficie que la rive gauche. Es cierto que ahí se sitúan algunos de los beaux quartiers, las plazas de la Concordia, de la Estrella, La Opera, los Campos Elíseos, muchas grandes avenidas con árboles, pero también los barrios populares de Belleville y Menilmontant y los tétricos en torno a la plaza de la Nación, y otros.

En cuanto a la rive gauche, lo primero que salta a la vista del peatón de París es que ha cambiado mucho. Si el proustiano Faubourg Saint-Germain, aristocrático, apacible, con viejas y lujosas mansiones, con sus jardines a veces extraordinarios, sigue más o menos igual, en cambio, la famosa “aldea” de Saint-Germain des Prés, cima del prestigio artístico y cultural parisino, se ha transformado: el comercio de lujo, las boutiques de moda, han expulsado radicalmente a las galerías, librerías y a los propios artistas, escritores y bohemios de antaño. Las galerías, por ejemplo, han emigrado al antiguo y bello barrio del Marais, rive droite, y, en general, el “existencialista” barrio, se ha convertido en sucursal del Faubourg-Saint-Honoré, con sus boutiques y sus yuppies. Un aquelarre.

La rive gauche también tenía, y sigue teniendo, sus barrios humildes y hasta pobres, en los distritos 13º y 15º, por ejemplo, y una chinatown, totalmente asiática, una ciudad en la ciudad, allá por la avenida de Italia. Desde el punto de vista del simbolismo estatal, el Palacio presidencial del Eliseo, el Ministerio de Interior, otros, están en la rive droite, pero Matignon, sede de los primeros ministros, y varios otros ministerios están en la rive gauche.

Siempre me he preguntado por qué no existe en París una avenida Napoleón, cuando el emperador, como el general de Gaulle, están reivindicados, tanto por la derecha, como por la izquierda, como glorias imperecederas de la Francia eterna. El general “tiene” la prestigiosa plaza de la Estrella, con su Arco del Triunfo, pero el emperador sólo tiene la calle Bonaparte, una calle que fue simpática, llena de librerías, galerías, cafés, donde vivieron gentes ilustres como Sartre, y anónimas, como yo, hoy fagocitado por boutiques de moda. Extraño. La realidad es que si hubiera “lucha de clases” en París, su división geopolítica sería Este/Oeste, y aquí podríamos sacar referencias simbólicas a nivel internacional: el Este mucho más pobre que el Oeste.

En relación con las próximas elecciones municipales, cuya primera vuelta tendrá lugar el 13 de marzo, tampoco se ve claro un París proletario votando contra un París burgués. El multimillonario Pierre Bergé, patrón de la casa Yves Saint-Laurent, hace campaña a favor del PCF y de la izquierda plural, por ejemplo. Bertand Delanoë, el candidato socialista, quiso aprovecharse del prestigio cultural de París, y rodearse de artistas famosos, pero sólo logró movilizar a Juliette Greco. La derecha, como es sabido, está dividida entre el actual alcalde, Jean Tibéri, semi expulsado del RPR, y el candidato oficial de ese mismo partido, Philippe Seguin.

Las promesas y programas se parecen mucho a lo que el viento se llevó, salvo que Delanoë promete...no disminuir los impuestos. Los barrios moros, africanos, caribeños, más mezclados que chinatown, seguirán mayoritariamente sin votar. Y los Verdes seguirán cantando “...y todo a media luz y sin calefacción” y prometiendo suprimir los automóviles. Los sondeos prevén una abstención importante. Y, sin embargo, París, la ciudad más importante de Francia, tiene un estatuto absurdo: muchas cosas dependen del Gobierno, otras del Prefecto, otras de la Alcaldía. Un lío. Pero un lío voluntario, aquello multiplica los funcionarios. Y ya se sabe que en Francia, los funcionarios...

En Internacional

    0
    comentarios