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Carlos Semprún Maura

Sagan y el Senado

A mí me irrita la manía burocrática de las autoridades, eficazmente ayudada por los siniestros sindicatos gays, de clasificar de una vez para siempre a las personas en homosexuales varones o hembras, o en "normales"

Estábamos senados en la terraza de la Closerie des Lilas, era verano y éramos la tertulia habitual, compuesta de españoles y latinoamericanos. Pasa una mujer guapísima, al verme se para, y me saluda con un piropo, algo así como "¡Hola, guapo!". Me levanto, nos besamos en las mejillas, intercambiamos frases convencionales, y se va. Me preguntan: ¿Quién es esa señora tan guapa?. La "esposa" de François Sagan", contesto. Xavier Domingo se pone a dar brincos en su silla: "¿Habéis oído?, ¿habéis oído?". La......"esposa" de François Sagan? ¿De verdad?. "Entonces François Sagan es......", pregunta un argentino.
 
A mí me irrita la manía burocrática de las autoridades, eficazmente ayudada por los siniestros sindicatos gays, de clasificar de una vez para siempre a las personas en homosexuales varones o hembras, o en "normales". Sí, Françoise Sagan era, pero se casó dos veces (como, que yo sepa, su compañera de entonces y durante varios años, la bella Peggy), y hasta si no me falla la memoria, tuvo un hijo, pero éste desapareció rápidamente de su horizonte. Habiendo, en mi larga vida, conocido a tantos bisexuales, para empelar su jerga atroz, me enfurece esa voluntad de uniformar a la gente, poniéndole estrellas rosas. Uno de los meritos de Sagan, como persona –la conocí poco, en realidad–, era que parecía no impostarle en absoluto alternar con conocidos o desconocidos, no como Marguerite Duras, quien al hacerse famosa se convirtió en mujer engreída y desagradable. Rompió esa regla de vida dos veces, con Jean-Paul Sartre y François Mitterand. Pero, a Sartre le veía sobre todo cuando estaba viejo, enfermo y casi ciego, abandonado por su ama de llaves, Simone de Beauvoir y sus amigos progres, porque ya no era rentable políticamente, hablaba de la Torá y el Talmud con Thierry Levy, y de sexo y burdeles con Sagan. Su amistad con Mitterand es más enigmática, y le procuró líos: jugando a Matahari de suburbio, como intermediaria en un negocio sucio de petróleo, cobró una millonaria comisión que no declaró a Hacienda. Pero como en todos los países, Hacienda en Francia es cruel, y se volcó contra Sagan.
 
Estas breves anécdotas, hubiera podido contar otras, no tienen importancia, lo importante, tratándose de un escritor es su obra. Pero resulta que no me gusta hablar mal de los muertos, sobre todo cuando son simpáticos y te han invitado a cenar. No sé lo que hubiera pensado Sagan de las elecciones al Senado de este domingo. Probablemente nada. Se trataba de renovar parcialmente a los senadores, y los primeros resultados no han creado ningún terremoto. Es cierto que el PS ha ganado diez senadores, pero esperaba ganar muchos más. Es cierto que la UMP ha perdido la mayoría absoluta, pero la derecha sigue siendo mayoritaria. Se trata de un escrutinio a dos vueltas, y no directo, los notables eligen a los "grandes electores", los cuales eligen a los senadores. Entre los elegidos en la primera vuelta; destaca Jean-Pierre Raffarin, que obtuvo un triunfo, pero que no ejercerá de senador, mientras sea Primer ministro. También el muy discutido Charles Pasqua fue elegido. A la izquierda, resulta que Dominique Voynet fue elegida, gracias al PS, no tiene nada de extraño, ya que hace años que ejerce de submarina del PS entre los Verdes. Las elecciones al Senado sirven también de recogida de basuras, gracias a lo cual, Robert Hue, el náufrago, sale de la nada, para lucirse como senador.

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