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Carlos Semprún Maura

Vida privada, vida pública

Bajo el lema, la máscara, la hipocresía y la trampa de la defensa del sagrado principio del respeto de la vida privada, todos los medios galos han comentado durante semanas, de la manera la más impúdica posible, el divorcio de los Sarkozy.

Así se llama una emisión de la televisión francesa, que a mí me resulta insoportable pero que tiene cierto éxito. Hay mucho voyeur por el ancho mundo. Copiando el modelo de las confesiones públicas del Ejército de la Salvación, los más famosos, y a ser posible ministros, confiesan emotivamente sus diarreas y otros inconvenientes.

Bajo el lema, la máscara, la hipocresía y la trampa de la defensa del sagrado principio del respeto de la vida privada, todos los medios galos han comentado durante semanas, de la manera la más impúdica posible, el divorcio de los Sarkozy. Y como ni siquiera así conseguían un escándalo suficientemente rentable, muchos se han lanzado a sacar algunos trapos sucios de todos los presidentes precedentes. No niego que el divorcio de un presidente sea noticia, pero entonces ¿para qué hablar tanto de respeto por la vida privada, cuando se pisotea tan alegremente? Mis amadísimos lectores habrán notado que no he escrito una línea sobre este asunto, primero porque la información sobra, pero sobre todo porque pienso que, citándome a mí mismo, "la vida privada es pura dinamita, más vale no sacudirla".

Seré cauto también en este asunto del Arca de Zoé y del rapto de 103 niños, cauto porque hay gente en la cárcel y no todos son criminales. Ahora bien, si es cierto que esos niños no eran huérfanos sudaneses en peligro de muerte, sino niños chadianos con familias, esto es gravísimo. Esperaré, pues, a que las cosas se aclaren un poco antes de comentarlas.

Pero las autoridades y los parlamentos de Francia y España no deberían esperar un segundo en ponerse a averiguar las cuentas, métodos, objetivos y fines de muchas ONG; demasiado han tardado ya. No sólo ésta Arca de Zoé: Amnistía Internacional fue una sucursal del KGB, Greenpeace una milicia de los Emiratos del Golfo y Arabia Saudí y Acción contra el Hambre una estafa que sólo enriquece a sus dirigentes. Ha habido varios escándalos y si ahora resulta que la misteriosa Arca de Zoé estaba metida en un turbio negocio de compra y venta de niños africanos, ¡apaga y vámonos!

Se nota un resultado muy positivo del Grenelle de l’enviroment: los anuncios televisivos de empresas estatales o mixtas como EDF, GdF, Renault, etc., afirman defender el medio ambiente. Sus productos no han cambiado, sólo su publicidad. ¡Viva Al Gore y sus discípulos!

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