Con el precio de la vivienda empezando a estabilizarse e incluso bajar en algunas comunidades autónomas, la preocupación empieza a trasladarse. Mientras muchos jóvenes empiezan a pensar que quizá, sólo quizá, puedan terminar llegándoles los sueldos para comprar una vivienda, los analistas e inversores miran con preocupación nuestra economía. Buena parte de nuestro crecimiento ha estado basado en la construcción, y parece que ese motor va a bajar de revoluciones notablemente. Por otro lado, un buen porcentaje de las familias españolas están hipotecadas y se teme que el aumento de tipos de interés pueda aumentar la morosidad y provocar problemas en el mercado financiero.
En ese contexto, la recién estrenada ministra de Vivienda acepta ser entrevistada por la BBC pero, cuando se le pregunta por la caída del mercado inmobiliario, decide dar por finalizada la conversación. Eso sí, hemos de reconocérselo, con bastante más educación que su compañera, la ministra del plan Galicia de mier. Pero aún así, Carme Chacón debería estar preparada para soltar dos o tres frases tranquilizadoras a los espectadores del reportaje, entre los que quizá se encuentren compradores ingleses de vivienda en nuestras costas o inversores a los que la negativa de la ministra puede haber dejado preocupados. Si la encargada del ramo no se atreve a decir nada sobre la burbuja, lo lógico es pensar que lo que está pasando es muy gordo. Y ya sabemos lo asustadizo que es un millón de dólares, o de libras.
Por lo menos, podemos consolarnos con que el feminismo (el de verdad, no el socialista) no podrá quejarse de que es una ministra de cuota que está ahí sólo por llevar falda. Chacón no dirige el Ministerio de Vivienda por esa paridad que Zapatero rompió en su última remodelación. Está porque es su amiga personal. Que es otro criterio para elegir incompetentes.
